viernes, 23 de marzo de 2012

ABRAHAM, EL MODELO CÓSMICO PARA EL HOMBRE DE LA QUINTA RAZA RAÍZ. - CAPÍTULO I:









CAPÍTULO I:


ABRAHAM, EL MODELO CÓSMICO PARA EL
HOMBRE DE LA QUINTA RAZA RAÍZ.


Abraham, cuyo nombre significa “padre de las multitudes”, fue el
primero de los maestros iniciados enviados a la nueva Quinta Raza
Raíz que pobló la Tierra luego de la destrucción en el Diluvio del
Continente Atlántico. Partió de Ur, la ciudad de la “luz” y se estableció en Harán “un lugar alto”. Sara y Lot viajaron con él. Sara significa “princesa” y representa el principio femenino o de amor y Lot, identificado principalmente con Sodoma, significa la naturaleza inferior.


Abraham peregrina así hacia la nueva tierra acompañado tanto por
los elementos superiores como por los inferiores en su naturaleza
interior.


Abraham, cual adalid, representa astrológicamente a Saturno,
quien preside en el principio de la manifestación y cuyas fuerzas
moldean la forma de la sustancia que emerge del Caos.


Al espiritualmente bien ilustrado siempre se le ha asegurado que
cada lugar mencionado en la Biblia es aquí y ahora, y que cada
persona mencionada es usted, usted mismo. Así, por ejemplo, las
dos esposas de Abraham, Sara y Agar, tipifican respectivamente las
naturalezas superior e inferior del hombre, y los dos hijos que tuvieron,



representan los atributos y obras resultantes de las actividades de
estas dos naturalezas opuestas en el hombre. Agar y su hijo Ismael,
personifican el ser inferior y Sara y su hijo Isaac, caracterizan el
superior. El nombre Isaac significa alegría, la alegría que le viene al
más alto ego con la vida verdadera.


A Abraham se le conoció inicialmente como Abram y a su
esposa como Saray. Luego de la primera iniciación de Abraham, la
letra H se incluyó en sus nombres. La H, una letra femenina, cuando se añadió a los nombre de Abram y de Sara, (1) indicaba que ellos habían despertado en su interior el principio femenino o intuitivo.  El despertar de este principio da origen a Isaac, que en el presente contexto significa la alegría de las experiencias anímicas al establecer correspondencias rectas y armoniosas con la Súper - Alma.


(1) Sarah en inglés. (N. del T.)



Abraham personifica lo que podría llamarse el Arquetipo de la
Quinta Raza Raíz. Por tanto los principales eventos que ocurrieron en su vida, como se relatan en la Biblia, deben ser imitados en su
significado esencial por todo individuo que pertenece a esta presente Raza Raíz Ariana.


Tan elevado logro espiritual le permitió a Abraham comunicarse
cara a cara con el mismo Señor de los Cielos. Sin embargo, cuanto
más asciende el alma, más sutiles son las tentaciones y más severas
las pruebas y juicios que hay que encarar y superar. Tan así que
“muchos retrocedieron y no caminaron más con Cristo”. En su
progreso espiritual Abraham finalmente enfrentó una de las mayores pruebas en el Camino Iniciático, la denominada Gran Renunciación.


De esta manera se lee en Génesis 22: 7-12:


“Dijo Isaac a su padre: Padre mío, y él respondió: ¿Qué quieres hijo? Veo, dice, el fuego y la leña; pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? A lo que respondió Abraham: Hijo mío, el Señor sabrá proveerse de cordero para el holocausto. Continuaron pues, juntos su camino. Y luego llegaron al lugar que el Señor le había mostrado, donde erigió un altar y acomodó encima la leña. Y, habiendo atado a Isaac, su hijo, púsole en el altar sobre el montón de leña; Y extendió la mano y tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo.

Cuando he aquí que, de repente, el ángel del Señor gritó desde el cielo, diciendo: “Abraham, Abraham”. Aquí me tienes, respondió él. ‘No extiendas tu mano sobre el muchacho’, prosiguió el ángel, ‘ni le hagas daño alguno: que ahora me doy por satisfecho de que temes a Dios, pues no has perdonado a tu hijo único por amor de mí”.


 Este pasaje revela el completo vencimiento de Abraham a su
propio yo. Tuvo la voluntad, el coraje y la fortaleza de llevar a cabo
con éxito la prueba. Al hacerlo abrió la puerta a un efluvio de poder y de iluminación apenas soñado por aquellos que no han sido probados y juzgados. Tenía una incontrovertible fe para obedecer las órdenes del Señor (la ley) a cualquier costo. Ese es el camino de la persona calificada para tomar parte en los grandes planes de Dios para el hombre. La sentencia de Cristo que “aquel que encontró su vida, la perderá; y aquel que perdió su vida por mi causa, la encontrará” es una enseñanza del Templo perteneciente a todas las eras.


Nuevamente en Génesis 22:13 leemos:


“Alzó Abraham los ojos y vio detrás de sí un carnero enredado por las astas en un zarzal, y habiéndole cogido, lo ofreció en Holocausto en vez de su hijo.”


El carnero es el símbolo de Aries. Este signo fue denominado
por los ancianos “el cordero de la presentación”. En su aspecto
superior, las palabras claves para Aries son la pureza, el servicio y el sacrificio. Este es un signo de resurrección. Piscis, el último signo del Zodiaco, es el lugar del pesar, el jardín de las lágrimas, el Getsemaní en el camino. Sus puertas se cierran, pero solo para abrirse al primer signo zodiacal Aries, anunciando la llegada del recién nacido. Finalmente Abraham había llegado a este estado en su desarrollo iniciático.


Una de las supremas experiencias espirituales en la vida de
Abraham fue su encuentro con Melquisedec, que era uno de los más grandes maestros Hierofantes del mundo, Era uno de los principales Altos Sacerdotes de de la Atlántida y Maestro de aquellos individuos remanentes que sobrevivieron a la destrucción de la Atlántida por el Diluvio. Noé y su familia son los nombres genéricos de aquellos sobrevivientes.



Melquisedec le confirió a Abraham las profundas enseñanzas

espirituales que más tarde se divulgaron en el mundo cristiano como la misa de Cristo, que la cristiandad ortodoxa la denomina la Sagrada Comunión.


Durante sus tres años de ministerio sobre la Tierra, nuestro
Señor Cristo dio a sus discípulos más avanzados una versión superior de esta misma sublime enseñanza. Una más alta revelación de este misterio sagrado llegará a ser fundamental en las enseñanzas y ritos de la religión de la Nueva Era Acuariana.


“Pasadas, pues, estas cosas, habló el Señor a Abraham en una visióndiciendo: No temas Abraham, Yo soy tu protector, y tu galardón será sobremanera grande. A lo que respondió Abraham: ¡Oh Señor Dios!, ¿Y qué es lo que me has de dar? Yo me voy sin hijos y el heredero de mi casa será Eliécer el damasceno.” Génesis 15: 1,2.


Luego del encuentro entre Abraham y Melquisedec, el Señor se
le apareció en una visión. Entonces le preguntó al Señor:


“¿Y qué es lo que me has de dar? Yo me voy sin hijos y el heredero de mi casa es este Eliécer de Damasco".


La pregunta guarda la clave al entendimiento de uno de los
capítulos más ocultos de la Biblia. Para interpretarlo en suma: el
nombre Eliécer significa “la ayuda de Dios” y simboliza el despertar de los poderes del Ser Divino interno. Eliécer es el piadoso y fiel mayordomo de la casa de Abraham, lo que aquí representa el cuerpo. Es de Damasco, una ciudad que en simbología bíblica constituye un centro de iluminación y un lugar donde las flores están en lozanía perpetua. Privado de descendencia hasta ese momento, Abraham le pregunta al Señor qué debe hacer, puesto que siente que tiene a su Dios interno como un espíritu de luz y que su alma está en heredad de sus atributos y facultades personales.


Ésta experiencia producida en los planos internos confirma que
su encuentro con el Señor fue en una VISIÓN. Además la promesa
hecha a Abraham por el Señor de que el heredero que percibió
nacería desde sus propias “entrañas”, o su ser interior denota el
aspecto espiritual de dicha experiencia. Su descendencia espiritual iba a ser tan numerosa como las mismas estrellas en el cielo. Abraham creyó sin embargo, que la “mente mortal”, los sentidos físicos, la parte incrédula del hombre, cedería el espacio a la percepción clara de su alma de la verdad en los planos de conciencia a los cuales ya había ascendido.



El Señor también le prometió a Abraham que le daría a su
descendencia la tierra que se extiende “desde el río de Egipto hasta el gran río, el río Eufrates”. Abraham entonces preguntó cómo sabría que aquella habría de ser su descendencia. El Señor le respondió enigmáticamente: “Escógeme una novilla de tres años, una cabra de tres años y un carnero de tres años y una tórtola y un pichón” (Génesis 15:9).


Así lo hizo. Mas éste no fue un sacrificio sanguinario al que se
vio avocado a ejecutar. Toda la experiencia relatada en este capítulo ocurrió en un nivel superfísico y si se quiere aprehender sus significados internos en su más mínimo grado, las palabras que lo describen deben ser consideradas en términos simbólicos. Siempre debe recordarse que las verdades espirituales más profundas nunca se han compelido a ser escritas sino más bien transmitidas verbalmente desde el Maestro al discípulo en conformidad con el entendimiento y méritos de este último. En lo que se refiere a que están o puedan ser transcriptas, los símbolos y códigos diversos deben traducir de la mejor manera aquello que las palabras no pueden hacerlo por sí mismas.


Ello es así, puesto que dichas referencias escritas son
confeccionadas para las más exaltadas experiencias del alma, y por
su misma naturaleza son para todos de carácter oscuro y enigmático, excepto para aquellos que han conseguido un estado de consciencia que penetra en el alma de las cosas y posibilitan observaciones y corroboraciones enteramente nuevas. Cuando se lee la Biblia a la luz del contenido esotérico, los ceremoniales de los fogosos religiosos exotéricos no son sino las fracciones mutiladas de los augustos rituales que se encuentran en ella.


Regresando al tema del sacrificio animal, no fue realmente esa
la ofrenda de Abraham. Las “alas que el alma forja para una
ascensión elevada” no se construyen desde la agonía y muerte de
cualquier cosa viviente, sino mediante la simpatía, compasión y un
incluyente y unificante amor que abarca a todas las criaturas de Dios, desde la mayor hasta la más pequeña. Esa es la única manera de formar las cualidades internas del alma requeridas para que un
Iniciado como Abraham haya alcanzado una realización superior.



Apliquemos la clave astrológica a los sacrificios que se le
ordenaron a Abraham. La becerra es un símbolo de Tauro y su
sacrificio significa renunciación a todos los deseos básicos y al amor egoísta. La cabra es el símbolo de Capricornio y significa el sacrificio del poder mundano y de la ambición. El carnero es el símbolo de Aries y representa la resurrección de los poderes vitales por medio de la castidad y de la transmutación. La tórtola y el pichón son símbolos de Libra, la Balanza, y se refieren a las experiencias sutiles que prueban la sensatez en este estado de realización.

Debe también notarse que el sacrificio de Abraham se hizo en
Mambré que quiere decir fortaleza y cerca de Hebrón que significa
unidad.

“Y al ponerse el sol, un pesado sueño sorprendió a Abraham; y
apoderose de él un pavor grande. Entonces le fue dicho: Sabe desde ahora que tus descendientes han de vivir peregrinos en tierra ajena, donde las reducirán a esclavitud, y afligirlos han por espacio de cuatrocientos años” – Génesis 15:12,13.

Este es un bosquejo de todo lo que se puede dar a conocer
públicamente en lo que concierne al proceso de cierta Iniciación.
Describe el éxtasis del espíritu al que le acompaña “la gran oscuridad”. Cuando Abraham perdió la conciencia en el plano físico, estuvo despierto en los reinos etéricos o internos. Entonces leyó en cuadros cósmicos en el Libro de los Recuerdos de Dios, los acontecimientos futuros conectados con las gentes de Aries para las que se preparó para liderarlas. La simiente de Abraham, los frutos del espíritu, no están en su morada mientras permanecen en la Tierra. Ellos son desconocidos, son pasajeros y al servicio de la materia y sujetos a sus limitaciones hasta que el cuaternario inferior de la forma (400 años) ha sido trascendido por el poder triuno del espíritu.

“Y puesto ya el sol, sobrevino una obscuridad tenebrosa, y apareció un horno humeando y una llama de fuego que atravesaba por entre esos trozos.”- Génesis 15: 17.

El calor, el humo y el fuego son inseparables en los procesos de
depuración que llevan a la Iluminación. Está muy claro que Abraham pasó a través del “crisol” exitosamente y se calificó para un servicio más alto, luego de la alianza que celebró con el Señor “el mismo día”, el cual le dijo: “A tu posteridad le daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el gran río, el Eufrates.”

* * *


No hay comentarios:

Publicar un comentario