CAPÍTULO IX:
LOS DOCE CAMINOS A TRAVÉS DEL ZODIACO.
Cuando el Sol por precesión pasó a través de Aries, el signo del
Cordero, el Cristo vino como el Buen Pastor de las ovejas que habían extraviado su camino. La preparación para Su venida comenzó cuando el Sol pasó por precesión por Libra, el signo opuesto a Aries, aproximadamente diez mil años antes. Maestros Iniciados fueron enviados a diferentes partes del mundo, cada uno con un mensaje similar, para alistar un círculo interno de discípulos para tan magno evento: el arribo de la Luz encarnada del Sol que iba a ser la Luz del Mundo.
Al ingresar el Sol en Libra en el tiempo del equinoccio de otoño,
la gloria de Cristo toca el aura externa del planeta Tierra y un
aceleramiento cósmico ocurre. Poco a poco durante noviembre y
diciembre el Espíritu de Cristo penetra el interior del planeta, capa por capa, hasta que alcanza su corazón mismo en el tiempo de la Navidad. A la visión superior el Rayo Crístico es dorado como el Sol espiritual de donde emana, y en el periodo del equinoccio de otoño, para el discípulo que ha ingresado sinceramente y con seriedad en la Búsqueda, es verdaderamente la Luz que ilumina el Camino de la Santidad. En un solsticio de invierno futuro, saludará a la Luz Divina, al recién nacido en el corazón de la Tierra, ya que ése es el tiempo de consagración del alma al Camino de Cristo. Antes de que pueda lograr esta meta, el aspirante debe aprender la lección cósmica de Libra: “Entonces entenderás la rectitud, la justicia y la equidad; si, todo buen camino.” (Proverbios 2: 9) La enseñanza de Libra en el equinoccio de otoño es discernir lo real de lo irreal, lo verdadero de lo falso.
En el Camino de Cristo se le da al discípulo una lección de la
mayor importancia, una lección que es fundamental para todas las
subsiguientes actividades: aprender que él mismo es un dios en
formación, hecho a imagen y semejanza del Padre en su verdadera y esencial individualidad; y busca el mirarse a sí mismo, conocerse a sí mismo, como Dios le ve y le conoce. A esto se le llama contacto permanente con el Dios interno. En esta labor la jerarquía de Libra, los Señores de la Individualidad, están calificados divinamente para ayudar. Ellos son más que maestros. Ellos prueban y examinan el alma, y las pruebas del discípulo en este momento tienen el propósito de desarrollar sus poderes de discriminación, un atributo de la mayor importancia para aquel que persigue el Camino del Discipulado, cuando las tentaciones asumen la naturaleza de la sutileza más engañadora.
El discípulo emplea el periodo de Escorpio como un lapso de
transmutación al pisar el Sendero de la Santidad mientras sigue el
dorado Rayo Crístico hacia el corazón de la Tierra. Entonces en cada fase de su vida diaria se empeña en sublimar el mal en bien, la
oscuridad en luz, lo negativo en positivo. Se consagra a sí mismo a la tarea de transmutar la base grosera de su naturaleza inferior en el oro puro del espíritu. El laboratorio físico donde realiza el “Gran Trabajo” es el sistema nervioso central, especialmente la espina dorsal y el cerebro, que habitualmente y por consiguiente se le conoce como el Sendero del Discipulado.
Cuando por primera vez se derrama en el discípulo el fuego del
espíritu, se lo siente primero en la base de la espina. A medida que
asciende, este se une con el fuego de arriba que desciende,
incrementándose ambos gradualmente en volumen y fuerza hasta que todo el cuerpo se llena de luz. Así se logra una iluminación que es visible para aquellos que poseen la visión interna. Entonces
primeramente su naturaleza inferior es literalmente consumida por el fuego celestial y él mismo se convierte en una antorcha de tal modo que puede caminar en su propia luminosidad en el Camino de Luz puesto por el Cristo al interior de la Tierra, en donde el Esplendor de Cristo se muestra en su plenitud. Mientras mayor sea su sinceridad, más ardiente será su devoción y a más intensidad en su aplicación, más lejos se adentrará en cada retorno de la Semana Santa, hasta que por fin se le considere digno de participar de la festividad de Luz que se celebra en la Noche Buena.
Se dice que Escorpio, el signo al que entra el Sol alrededor del
20 de octubre, tanto bíblica como astrológicamente tiene dos notas
claves para el neófito, siendo la primera, así: “Benditos sean los puros de corazón, porque ellos verán a Dios” y la segunda, para el discípulo iluminado: “Yo diré cosas que han estado guardadas en secreto desde los comienzos del mundo”.
Cuando el Sol atraviesa Sagitario en el mes de diciembre, el
Cristo ilumina los reinos internos y elabora para nuestro planeta un
auténtico traje espiritual. Si se ve con la vista espiritual desde el
espacio exterior, la Tierra entonces aparece como una bola de oro
fundido. El discípulo que observa este resplandor desde la superficie del planeta camina en un océano de luz dorada. Todo el brillo y color de las festividades Navideñas no son sino un pálido reflejo de la luz y gloria de los reinos planetarios internos cuando la Perfección de Cristo funciona allí dentro. Si un discípulo ha trabajado en el Camino de la Santidad bajo la influencia de Escorpio fiel y eficientemente con las fuerzas de transmutación, se encontrará a sí mismo inmerso en ese incomparable y excelso esplendor.
Cada acontecimiento de las celebraciones sagradas navideñas
simboliza el desarrollo de un poder espiritual específico dentro del
mismo discípulo. A medida que despierta esos poderes, experimenta un acrecentamiento de una unidad íntima con las actividades cósmicas del periodo de solsticio de invierno.
A Sagitario se le ha simbolizado mediante una serie de lámparas
encendidas y el discípulo que ha sido persistente en las labores
espirituales, encuentra entonces que dichas farolas han sido
iluminadas con su propia aura y aun dentro de su propio templo
corporal. Estos son los candiles que iluminan el camino hacia el centro de la Tierra. Allí se para ante la presencia del Señor Cristo, la Luz del Mundo. Allí recibe Su bendición y Le escucha entonar el mantram que ha sido usado en todo Templo de Iniciación antiguo o moderno: “Bien hecho, buen y fiel siervo…entra en el gozo de tu Señor”.
La fuerza dorada de Cristo que desciende desde la fuente del
Sol y toca la atmósfera exterior del planeta en el equinoccio de otoño, como ya se observó, pasa en noviembre (Escorpión) a través del mundo del deseo, durante diciembre por el mundo etérico (Sagitario) y al centro de la Tierra en el solsticio de Invierno (Capricornio).
Una profunda calma y una quietud se extienden en la naturaleza
en la hora en que la fuerza de Cristo penetra el corazón de la Tierra.
Esta es la Noche más Sagrada de todo el año. Le sigue un
resurgimiento poderoso de las fuerzas de vida del planeta. Esta nueva infusión de luz en la Naturaleza ha sido hermosamente descrita en las leyendas de la Noche Sagrada en las que se dice que aun los animales y las plantas hacen reverencia al Cristo Niño en la mística y sagrada hora de la medianoche.
La Gloria de Cristo penetra año tras año la Tierra con sus
poderes de armonía y de restañamiento. Año tras año, la Tierra es
apresurada con la vida cósmica. Poco a poco, el odio, la enemistad y los conflictos van siendo superados y lentamente avanza el espíritu de hermandad. En su momento se hará realidad el ideal pintado por Isaías hace tanto tiempo: “los hombres convertirán los sables en rejillas y su espadas en podaderas y no habrá más guerras y la paz cubrirá la Tierra como el agua cubre el mar”.
La constelación de Acuario es el hogar de las Jerarquías de los
Ángeles guías, amados en todas las leyendas sagradas de todas las
creencias. Su campo de acción es el mundo etérico y debido a que el cuerpo angelical está construido de éter, son visibles incluso a
personas que tiene una incipiente visión extendida. Muchos niños
tuvieron un conocimiento de primera mano de lo seres angélicos y de los espíritus de la naturaleza que, al igual que los Ángeles, habitan los reinos circundantes.
Los Ángeles son expertos en trabajar con las sustancias etéricas
y las fuerzas vitales. Son muchos y variados los patrones de las
hermosas flores que modelan en el azul y el dorado de los éteres
superiores; y éste es el arquetipo que las hadas transmiten a la Tierra como flores que la adornan.
Cuando el Sol está en Acuario, las Fuerzas Crísticas centran sus
actividades en el reino del deseo. Derraman Su amor y bendiciones
sobre los Ángeles y las almas desencarnadas de la humanidad
terrena que vive y sirve en esos reinos. Aquí también se encuentra
una parte del hogar celestial de los niños que han muerto en la
infancia y son acompañados y enseñados por los Ángeles. Dichos
espíritus infantes no viven todo el tiempo en los reinos etéricos ya que su lugar verdadero está en las regiones superiores del Mundo del Alma o reino astral, pero en un momento especial los instructores angélicos les llevan a los éteres superiores donde pueden aprender las alegrías de la naturaleza y la compañía de las hadas.
En el reino etérico también se encuentran los Templos Iniciáticos que en épocas pasadas igualmente existían en forma física. Como la humanidad perdió su luz interior, fueron retirados de nuestro plano de manifestación y solamente siguieron existiendo a nivel etérico. Por tanto hoy usualmente se han tornado en objeto de leyenda y poesía. Sin embargo ahora estos Templos son accesibles
para el discípulo iluminado y aparecen tan importantes en sus reinos como son las estructuras físicas en este plano.
Uno de dichos Templos, el más hermoso de toda la cristiandad,
está localizado sobre la ciudad de Jerusalén. Los Ángeles se
encuentran en todo plano similar interno muy estrechamente
asociados con los trabajos allí realizados. Ellos entran libre y
voluntariamente a dichos santuarios y se sienten gozosos de servir en los sagrados lugares pertenecientes a los niños de la Tierra.
Se dice que un Ángel Guardián revolotea sobre la silla de cada
Caballero que se sienta en la Mesa Redonda del Templo del Rey
Arturo. Esta es una leyenda y sin embargo ellas conllevan profundas verdades espirituales y sobre todo las leyendas del Grial de la Edad Media. El Templo del Grial es en verdad parte de la Escuela Cristiana de Misterios. Los significados más profundos de las leyendas espirituales están velados por los poetas y los artistas que hacen los relatos según las maneras y costumbres del periodo en el cual primeramente aparecen. No hay en la cristiandad misterio más profundo que aquel del Santo Grial, pues pertenece al relato de la Última Cena y hace referencia a las verdades cósmicas profundas que Cristo impartió a sus discípulos en dicho tiempo y especialmente a Juan, el Discípulo Amado, que “descansaba en Su pecho”.
A través del ministerio de las Jerarquías de Capricornio, el
discípulo aprende a conducirse como un Auxiliar Invisible para las
personas que todavía viven en el mundo físico. El trabajo aumenta a medida que el Sendero de la Santidad pasa por Acuario. Aquí el
discípulo aprende, bajo la guía de los Ángeles, a trabajar con seres
que habitan en los reinos internos.
El discípulo calificado que ha seguido tan lejos a Cristo, puede
entrar ahora CONCIENTEMENTE en los reinos etéricos. Ahí observa los variados y hermosos servicios llevados a cabo por los Ángeles en beneficio no solamente de la humanidad sino también de los otros reinos de la Tierra. Muchos de los secretos de la Naturaleza le son entonces revelados a través de los espíritus de la naturaleza o de las hadas amigas. Entonces se encuentra en un mundo encantado, en un mundo sutil, lugar en que se originan los conocimientos populares sobre las hadas; esta tierra encantada es auténtica en el reino de los éteres superiores. Más de un escritor inspirado o místico ha urdido fantasías alrededor de las maravillas de esta región. Un cautivante ejemplo es EL PAJARO AZUL del Maeterlink el cual, aunque una fantasía infantil, verdaderamente bosqueja la naturaleza y características del reino etérico.
Cuando el Sol pasa por Acuario, la Gloria de Cristo se ha
levantado sobre la Tierra, preparándose para su liberación en la
Pascua. Durante marzo, cuando el Sol pasa por Piscis, que es el
signo del pesar y del sufrimiento, la Iglesia cristiana ingresa en los
sacrificios cuaresmales y en la participación de los sufrimientos de
Cristo en el Gólgota. Piscis es el signo de la crucifixión, el signo del
Mesías. La crucifixión del Cristo Cósmico comienza cuando el Sol está en Libra en el equinoccio de otoño, cuando la Gloria desciende al “hades” del planeta Tierra. Las observancias conmemorativas del
mundo cristiano en la Cuaresma, cuando el Sol gira hacia arriba y
hacia el solsticio de verano, son de Su Resurrección Cósmica y no de Su Crucifixión. Entonces el planeta Tierra tiene conciencia de un ciertovació, de una insubstancialidad espiritual, a medida que la Gloria Cósmica se aleja. Esta es la fuente de esa amalgama de tristeza y gozo en el tiempo de Pascua del equinoccio de primavera.
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