lunes, 20 de noviembre de 2017

Meditación espiritual para Géminis - en you tube -

CAPÍTULO XXVII

GÉMINIS

Meditación espiritual para Géminis

Géminis es el signo de los gemelos. En el plano material, significa dualidad; en el plano espiritual, polaridad. Los antiguos asignaban a Géminis dos brillantes estrellas: Cástor y Pólux. Y enseñaban que Mercurio, regente de Géminis, confirió la inmortalidad a estas dos estrellas en días alternos, indicando así sutilmente el carácter dual del signo. Bajo la influencia de Géminis el hombre oscila fácilmente de un extremo a otro: De lo material a lo espiritual, de lo personal a lo impersonal.
La nota clave de Géminis es la versatilidad. Sus nativos se caracterizan por su habilidad para hacer muchas cosas bien. El Géminis avanzado, frecuentemente se dedica a escribir y a hablar sobre asuntos espirituales y a veces se convierte en un sanador espiritual.
Géminis es un signo mental y la mente puede conducir tanto en dirección a las tinieblas como en dirección a la luz. San Pablo lo sabía perfectamente y por eso puso el acento de todas sus enseñanzas en el ideal de que "Cristo se forme en vosotros".
Hasta que la mente se cristifica está amenazada por grandes peligros. Y contra ello la cita de San Pablo: "La mente carnal es enemistad hacia Dios".
El antiguo jeroglífico representativo de Géminis fue la figura de un sumo sacerdote sentado en un trono, a cuyos pies se arrodillaban dos esfinges, una blanca y otra negra. Otro símbolo, pues, insistiendo en la dualidad del signo de los Gemelos.
De acuerdo con la naturaleza de Géminis, aquéllos que están fuertemente influenciados por este signo, frecuentemente enfrentan la necesidad de elegir entre uno de los dos caminos; por eso resulta esencial para ellos el cultivo de los poderes del discernimiento, poderes acentuados en Virgo, también regido por Mercurio. Han de cultivar la estabilidad y la fijeza de propósitos, ya que son muy fácilmente influenciables. El nativo de Géminis necesita mucho tiempo para concentrarse y meditar sobre la frase: "Está tranquilo y sabe que Yo soy Dios".
El embajador angélico de Mercurio en la Tierra es Rafael, el guardián y director de todos los movimientos de sanación en el mundo. Preside también las  elevadas enseñanzas del Templo, siendo la más importante de ellas la del poder curativo de la mente. Este conocimiento está teniendo amplia aceptación y práctica en los tiempos actuales.
Una hermosa leyenda cuenta que, al final de cada día, el ángel Sandalfon, recoge todas las oraciones de ayuda y curación que se han emitido desde la Tierra y las pone ante el trono de Dios donde, mediante Su tierna bendición, se transforman en un inmenso dosel de perfumadas flores. Esta leyenda tuvo exquisita expresión en los siguientes versos de Longfellow:

Y recibe las oraciones
Que, en sus manos, se convierten en flores,
En guirnaldas de púrpura y rojo.
Y, bajo el gran arco del portal,
Y en las calles de la Ciudad Inmortal,
Todo se llena con su fragancia.

El mismo pensamiento es aplicable a Rafael, el ángel de la Curación, el cual, debido a su proximidad a nuestra raza, ha sido denominado "el amigo del hombre".
Rafael, el embajador de Mercurio, representa en su propio ser a los Señores de Mercurio, que están jugando ahora un papel cada vez más activo en los trabajos de Iniciación de la Humanidad. Preside los Misterios, el trabajo iniciático de la raza humana para lo que resta del Período Terrestre. Los mensajeros de Mercurio ayudan a todos los que aspiran a la Iniciación y, según Max Heindel, prestarán al hombre cada vez más ayuda, a medida que pase el tiempo. Muchas personas sensitivas están siendo ya conscientes de su presencia, pues los Señores de Mercurio pertenecen a nuestra propia oleada de vida que, originariamente, tuvo su morada en el Sol. Están, sin embargo, mucho más avanzados que la primitiva Humanidad y Rafael es su prototipo ante el trono de Dios.

El Sendero de Santidad a través de Géminis

Cuando el sol asciende a lo más alto del cielo, en junio, transita por el signo de Géminis, la constelación que imprime en el cuerpo-templo humano una doble influencia. Gobierna todas las dualidades del cuerpo: Pulmones, hombros, brazos y manos en particular. Contiene también el arquetipo cósmico del perfecto andrógino, en el que las potencialidades masculina y femenina están en equilibrio. Esta es la consecución de los Iniciados en los Grandes Misterios de Cristo. Esa adquisición produce la inmunidad ante la enfermedad y el paso del tiempo. Y, como su conciencia no se interrumpe, estén o no en la carne, no experimentan nunca la muerte, tal como nosotros la concebimos, ya que su conciencia está centrada en la inmortalidad ininterrumpidamente.
La oleada de vida arcangélica ha alcanzado un estatus en el que puede funcionar en cuerpos perfectamente polarizados. Ello no es posible para los ángeles menos evolucionados ni para la Humanidad. Es, sin embargo, posible para miembros de aquellos reinos el descender de su elevado estado a formas inferiores de expresión. La Caída de los Ángeles se recoge en la Biblia con relación a la Guerra en los Cielos, cuando Lucifer y sus seguidores fueron expulsados de su plano. La Caída del hombre tuvo lugar, según el Génesis, cuando Adán y Eva (la Humanidad infantil) perdieron el Jardín del Edén. La Redención de ambas caídas exigió unos poderes más elevados de los que ambas oleadas de vida poseían. Tenían que proceder del nivel arcangélico. Y vinieron: Cristo, el más evolucionado de los arcángeles, se convirtió en el maestro y redentor de ambos, los ángeles caídos y la humanidad. Esta es una de las más profundas verdades asociadas con el misterio de Cristo.
El arquetipo del andrógino perfecto fue proyectado por la Jerarquía de Géminis a su signo opuesto, Sagitario. La Jerarquía de Sagitario (Señores de la Mente) imparte esta iluminadora enseñanza a los más avanzados pioneros de la Tierra. Tras la venida de Cristo, el desarrollo posterior de la mente humana pasó, de estar a cargo de Escorpio, a estarlo de Sagitario. Considerando las maravillas de la mente, sus poderes creadores y su capacidad de rodear la Tierra en un instante y contemplar la vastedad del espacio cósmico - aunque, de momento, sólo una fracción de ella está en actividad - podemos tener un lejano vislumbre de la trascendente gloria de la Jerarquía de Sagitario, cuyo vehículo más denso, el correspondiente a nuestro cuerpo físico, está compuesto de materia mental. Ello indica también los sublimes poderes que esperan al hombre cuando alcance tal desarrollo.
Para un alma que ha despertado, la meta suprema en el desarrollo de la mente es su cristificación. Esta consecución es, sin embargo, patrimonio de muy pocos. La mayor parte están aún empapados en el materialismo de la mente concreta, que generalmente se enfoca en propósitos mundanos y en intereses pertenecientes al excluyente yo. En tanto que tales asuntos sean los que llamen la atención del hombre, habrá una carencia de percepción espiritual y una escasa constatación de las realidades pertenecientes a los mundos internos y a la mente universal. Ni habrá ninguna continuidad de conciencia; en todo caso, algunas veces tan sólo, temor ante las experiencias enfrentadas en el mundo espiritual durante los intervalos entre vidas.
El resultado de una conciencia tan sumamente aislada de las realidades espirituales es el materialismo, que condiciona al mundo de hoy. Éste, sin embargo, no es sino una fase temporal en el desarrollo de la Humanidad. Como se está derramando más luz añadida sobre el sendero de los que luchan por la santidad, la comprobación de las realidades espirituales que subyacen a todas las manifestaciones físicas y temporales, se hará cada vez más clara y más fuerte. El insistente esfuerzo de tales aspirantes por hacerse dignos de hollar el Sendero de la Santidad atraerá cada vez más luz.
Mientras el Sol transita por el signo de Géminis, la luz de Cristo se difunde en una aura esférica alrededor de la tierra, que capacita a los Iniciados en el Sendero de Santidad para alcanzar la presencia de poderosos seres, conocidos como Serafines, cuya grandeza y poder sobrepasan cualquier descripción. Bajo su sublime ministerio se imparten enseñanzas relativas al misterio de la polaridad, con las que se aprende que la interacción armoniosa entre las energías masculinas y femeninas, (los elementos positivos y negativos de la naturaleza), constituye la fuerza motriz de todo, desde el átomo hasta el planeta. Los alquimistas medievales se referían a esta perfecta unión, esta polaridad, como la combinación del fuego y el agua. Esta unión está vívidamente simbolizada en Jaquin y Boaz, las dos columnas de todo templo masónico, y es el tema del glorioso canto iniciático de Salomón. Es a la polaridad a la que Salomón se refiere al decir: "Mi amado es mío y Yo soy suya; él se nutre entre los lirios".
Cuando un iluminado sigue el Sendero de la Santidad que conduce a esta exaltada esfera, se le permite estudiar las maravillas del cuerpo andrógino, la forma que el cuerpo humano adoptará en una futura etapa de su desarrollo. Como se ha dicho, la Jerarquía de Géminis, o sean, los Serafines, proyecta sobre la Tierra ese glorioso arquetipo cósmico. Y, cuando la humanidad esté preparada para recibirlo, sus fuerzas descenderán, transportadas hasta el hombre por la Jerarquía de Sagitario.
Cuando el hombre conoce las maravillas de ese arquetipo cósmico y los milagros del cuerpo de Sagitario, construido enteramente de materia mental, empieza a comprender algo del exaltado destino que le espera. Con profunda reverencia y gran humildad entona en su interior la nota clave bíblica de Géminis: "Está tranquilo y sabe que Yo soy Dios".

Parábola bíblica para Géminis
El hombre rico y Lázaro

Se ha dicho que Géminis, los Gemelos, es el signo de los opuestos: Positivo y negativo, alto y bajo, blanco y negro. Bajo la influencia de esta Jerarquía, la Humanidad conoce el sendero de la luz y el sendero de las sombras, como hicieron Lázaro y el hombre rico en la parábola bíblica.
El hombre rico tenía grandes posesiones terrenales, mientras que Lázaro era un mendigo que vivía en la miseria. Ambos simbolizan los dos polos de la riqueza y la pobreza, el "tiene" y el "no tiene", una clasificación que ha sido la causa de innumerables guerras a lo largo de la historia. El hombre opulento de la parábola vestía de rico lino y púrpura real. Todos los días se dedicaba a divertirse y distraerse, mientras que Lázaro, en su extremada miseria, acudía cada día a mendigar las migajas de su mesa.
Idénticas situaciones existen en el mundo hoy en día. Pero tales iniquidades no pueden durar, puesto que vivimos en un mundo regido por la ley moral. El ajuste de cuentas, sin embargo, requiere mayor tiempo del que comprende una sola encarnación terrestre. Esto es lo que enseña la parábola, que revela el modo de operar de la ley, tanto en los planos externos como en los internos.
Lázaro y el hombre rico murieron. El primero fue transportado a los cielos mientras que el segundo se encontró en el purgatorio para sufrir por su ocio, su improductividad y la pérdida de tanto tiempo. Esta justicia retributiva no es, sin embargo, de naturaleza vengativa. El hombre cosecha lo que ha sembrado. Aunque Lázaro vivió en la pobreza, las semillas que él sembró produjeron una rica cosecha en comparación con la producida por el que falló a la hora de hacer un uso correcto de sus riquezas y aprovechar la ocasión que se le dio, de prestar un servicio a alguien menos afortunado que él. El modo de operar de la ley es simplemente correctivo.
Recogiendo la cosecha de su propia siembra el hombre adquiere comprensión y compasión y se da cuenta de que es uno con toda la humanidad.
La parábola enseña también que la naturaleza de la experiencia del hombre tras la muerte está determinada por su vida sobre la tierra. Cuando el hombre rico sintió sed, vio el estado de felicidad de Lázaro en el seno del Padre Abraham y suplicó a éste que permitiera a Lázaro darle un trago de agua para acallar su terrible necesidad. A ello Abraham replicó: "Entre nosotros y vosotros existe un gran abismo" Esa barrera está formada por una vibración. Si una persona del purgatorio pudiese elevar su conciencia al plano celeste, no continuaría confinado en el plano inferior del mundo astral.
La parábola muestra aún otra enseñanza. El conjunto de las experiencias humanas está constituido principalmente por las emociones de placer y de dolor.
Fiona McLeod, una exquisita escritora británica, dice que, así como en el paraíso no hay lágrimas, hay en cierto jardín un gran estanque gris, cuyas aguas se renuevan constantemente con las lágrimas de dolor, sufrimiento y remordimiento vertidas en la tierra. Si uno, sin embargo, se arrodilla y baña sus ojos en esas aguas, quedará salvo.
Desde ese momento sus cantos serán tan dulces que se oirán en el Paraíso.
Aceptado con conocimiento, el dolor construye un peldaño en la escalera del logro. Porque el dolor hace la compasión más profunda y la simpatía más amplia e incrementa la humildad y la belleza del propio carácter, que son las características de todo el que se halla en el verdadero sendero del Discipulado.

EL MISTERIO DE LOS CRISTOS
Corinne Heline

en you tube, aquí
https://youtu.be/2-ALJAWUvV4

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