Capítulo IV
El Sendero del Discípulo
Renunciación, Purificación y Liberación
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Según el Sol entra en Libra en su círculo por los cielos, hombres y dioses se entonan a la alta percepción de los impulsos cósmicos.
Hemos visto que para el hombre, en sus inferiores fases de conciencia, el Equinoccio de Otoño significa un tiempo probatorio para su alma; representada ésta por el paso de la Tierra, de la luz del verano a la sombra del invierno. Para el Iniciado, no obstante, éste es el tiempo de fruición espiritual en un despertar a la conciencia superior del alma.
Así como el Equinoccio de Otoño señala la celebración de la cosecha, cuando la tierra exhala la fragancia de su fuerte perfume de frutos y floraciones tardías, de graneros de heno fresco y hojas arrastradas por el viento, de granos almacenados y de árboles pintados de rojo fuego, así también ésta indica una forma de cosecha espiritual en la vida del Discípulo. La naturaleza siempre está en analogía con el hombre. En el grandioso trabajo de aquella, encontrará éste el infinito en su interior.
En esta época le pesan la cosecha al Discípulo (igual que el Neófito) en las balanzas evolutivas de Libra, bajo la atenta mirada de Saturno exaltado en este signo.
Hombres, naciones y planetas cosechan lo que han sembrado.
El Neófito aprendió que el Equinoccio de Otoño es el tiempo de preparación y discernimiento. Cuando ha pasado adelante en el Sendero aprende que en armonía con el patrón de sacrificio que manifiesta la naturaleza, donde el Cristo renuncia a su hogar celeste para soportar el peso de la Tierra con su karma irredimido, así el Discípulo debe también hacer la gran renunciación. Cualquiera que sea el tesoro más querido e íntimo de su corazón, debe ser entregado. Puede ser este tesoro una amada personalidad, fama, fortuna, amplio prestigio o aún la aspiración de alcanzar el desarrollo espiritual y el liderazgo, él deberá colocarlo sobre el altar del sacrificio. En la vida del Discípulo la nota clave del Equinoccio de Otoño es "no se haga mi voluntad, sino la Tuya".
Bíblicamente, el sacrificio está simbolizado por Abraham, ofreciendo a su propio hijo Isaac. Sabemos que Isaac fue devuelto a Abraham y vino a ser el canal por el cual se cumplieron las promesas de Dios; así también, el sacrificio del Discípulo le es devuelto mil veces multiplicado en algún postrer día y en una forma más elevada. Cuando es pasada la prueba, sobreviene una gran recompensa espiritual. No obstante, la renuncia nunca estará libre de pesar.
Pero el Discípulo nunca enfrenta sus temores sin ayuda. Cuando él aspira subir a mayores alturas en el Sendero que conduce a la Iniciación, los poderes cósmicos le dan una ayuda especial. En el Otoño es Michael el que viene a dirigir el trabajo de transmutación que sigue a la prueba de renunciación. Al recibir en completo estado de vigilia los beneficios de la ayuda de Michael, el aspirante es consolado con la visión del aura gloriosísima del Arcángel, la que es desplegada con un esplendor más brillante que muchos soles. Según el aspirante aprende a visualizar esta formidable luz, se ve a sí mismo elevando su conciencia hasta que se siente siendo uno con aquella, como si fuera contenido dentro de la conciencia Arcangélica.
La Gloria de Michael resplandece, a través de los planos internos de la Tierra, con igual semejanza al influjo del Rayo del Cristo. Deleitado en la Comun(u)nión con esa gloria, el Discípulo proclama triunfante: "¡Estoy caminando en la Luz!" "¡Soy uno con el rayo ascendente del Cristo!" "¡Ahora conozco a Michael, el Mensajero de Dios!".
Habiendo ascendido a través de los ritos de Purificación, el Discípulo recibe las bendiciones de Michael a la Puerta del Templo y entra a sus salones en donde constata el esplendor de los planos internos. En esas regiones se encuentra en la presencia de Raphael, que se yergue frente a él, sosteniendo el fulgurante Cáliz llamado el Grial. Este orden se invierte durante el Equinoccio de Primavera. Entonces el Discípulo pasa por la Puerta del Templo custodiadas por Raphael para encontrar que es Michael quien se para ante él sosteniendo la brillante Espada de la Verdad.
Cuando todo el karma terrenal se ha liquidado y todo trabajo terreno ha sido concluido, las Puertas de Libra se abren para permitir al Uno Libre pasar dentro de los campos cósmicos de servicio. Fue este el punto donde Lao-Tsé, el exaltado mensajero de la era dorada de China, concluyó su trabajo y pasó más allá de las limitaciones del plano físico.
De este modo, el Equinoccio de Otoño, sitio de Preparación para el Neófito y de Purificación, Renunciación y Transmutación para el Discípulo, llega a ser el punto de libertad, o Liberación para el Iniciado.
De este modo las balanzas cósmicas, representadas por el signo de Libra, operan tanto en los planos visibles como en los invisibles. Estos poderosos Seres entretejen la trama de la vida en la cual nuestro globo está apresado. Su trabajo con y para la humanidad continuará hasta que llegue el tiempo en el cual toda la humanidad sea Cristificada de acuerdo con el Divino Plan.
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del libro "Portales Estelares"
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