Gabriel, Mensajero del Amor
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Gabriel es el Ángel de la Compasión, la Ternura, la Misericordia y el Amor. El es el Jefe Guardián de las Festividades del Solsticio de Invierno para aquellos que son invisibles a los ojos de la carne y para los que todos pueden ver. Según los Himnos Navideños hacen eco en las altas naves de las Catedrales, uno puede vislumbrar un reflejo de alas que son las formas áuricas de sus angélicos mensajeros. En el momento cuando el planeta se torna luminoso por el poder Crístico, Gabriel utiliza dicho poder para purificar, elevar y espiritualizar las almas humanas que están a su cargo.
El Poder de que hablamos ese primario, creativo e ígneo poder que el Arcángel utiliza en su labor, tanto con el Neófito como con el Discípulo es Amor. Para el Neófito El trae la lección de la expansión de su conciencia amorosa más allá del confín de los amigos, benefactores y familia, incluyendo aún a los enemigos y cuantos deseen hacerle mal; un Amor expandido para incluir todas las razas, credos y cultos; un Amor sin acepción, porque está basado en la genuina apreciación de la Divina Esencia encontrada dentro de cada personalidad humana, aunque sea aún imperfecta. El aprende a decir con toda propiedad que cada hombre en el mundo es su hermano y que el mundo entero es su hogar.
Este Amor impersonal no es fácil de obtener y el Neófito debe pasar por muchos ceremoniales del Solsticio de Invierno antes de que esta lección sea aprendida.
El discípulo, habiendo obtenido la amplia base del Amor Fraternal está listo a sí mismo y le crecen alas de fuerza celestial.
San Pablo, en su gloriosa canción al Amor declara: "Y ahora están la Fe, la Esperanza y el Amor; estos tres. Pero el mayor de ellos es el Amor".
En la vida del Discípulo, la Fe, la Esperanza y el Amor, no son meras abstracciones, sino atributos definitivos del Alma o el Espíritu, manifestados en su vida iluminada. Cuando la fe ha devenido no en mera abstracción con la que entretener al intelecto, sino en realizable Poder, emanado del espíritu, se pueden mover montañas como Cristo enseñó.
Pero antes de la posesión de dicha Fe, que es Poder, el Discípulo debe haber conocido la realidad espiritual de la Esperanza. Hay una verdad profunda en la leyenda de la caja de Pandora, de la que una vez extraídos todos los vicios y virtudes, sólo quedó una cosa dentro: La Esperanza. Esta es la primera de las cualidades mentales a transmutarse en Poder del Alma utilizable - La Esperanza, que es la voz de los ministros angélicos del alma, la Esperanza, que transforma al alma y la sitúa en el sendero que conduce al Cielo. La Esperanza, que puede cambiar las más discordantes condiciones y hacer de la vida una nueva y jubilosa experiencia, porque conduce directamente dentro de la casa del Amor, donde los Poderes Crísticos confieren al Discípulo por vez primera el dominio del Iniciado; siendo entonces la Iniciación el término descriptivo de los poderes poseídos por aquél que ha sido Cristificado.
"Y ahora permanecen la Fe, la Esperanza y el Amor, estos tres, pero el mayor de ellos es el Amor". Este es el Mantram para la meditación en la Noche Blanca del Alma.
para algo más alto, que no obstante, no puede ser conquistado excepto en base de aquel Amor Fraternal que adquiera en su noviciado. Este elevado asunto es desenvolver el Amor como un Poder, bajo la tutela de Gabriel. Ya el Amor nunca más podrá ser para él una emoción pasajera o conmoción sensorial; éste debe ser elevado hasta convertirse - como en realidad es - en un Poder del Espíritu. En cada paso que dé retrocediendo al amor material, perderá algo de sí mismo; pero con cada paso que se eleve dentro del Amor Espiritual, se reconquista
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del libro "Portales Estelares"
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Gracias Edgardo por tu labor instructiva! Bendiciones siempre!
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