jueves, 21 de octubre de 2010

EL HOMBRE – UN CANTO DE DIOS


EL HOMBRE – UN CANTO DE DIOS

Observa con cuidado, y verás musicalmente; el corazón de la naturaleza
está en todas partes de la música, si sólo pudieses llegar a él.

Thomas Carlyle

Alguna vez en el futuro cierto tipo de música escrita con el propósito de
ayudar a la humanidad a revivir recuerdos de vidas pasadas desde fuera
de la mente subconsciente. Esta será música altamente individualizada,
portando, como fuere, una recapitulación tonal de eventos pasados. La
base para esta aserción es el hecho que la vida humana tuvo su origen en
la música, como lo tuvo el universo manifestado.

Como previamente establecimos, es a través de una adecuada
combinación de los principios del Fuego (masculino) y del Agua
(femenino) que la vida humana viene a manifestación. Es también por el
establecimiento del equilibrio entre estos mismos principios que se efectúa
un nuevo nacimiento espiritual a través de la Iniciación.

Para el hombre de ciencia oculta el nacimiento es un evento triple. El
primero es el nacimiento físico, un evento experimentado por la
humanidad como un todo. El segundo es el nuevo nacimiento a través de
la regeneración espiritual o Iniciación una experiencia que hasta ahora
sólo la han tenido los más avanzados pioneros de la raza. El tercer
nacimiento es la entrada al conocimiento cósmico, que establece el
contacto directo con las actividades de las Jerarquías celestiales. Este es el
peldaño de avance de los Maestros y de los Señores de Compasión,
aquellos quienes están colaborando con nuestra progresión y evolución
planetaria. Por virtud de haber pasado a través de este nacimiento triple,
el gran Maestro egipcio, el Dios Thot, fue llamado por los griegos el Tres
veces Gran Hermes, o Hermes Trimegisto. La Divina Comedia de Dante
contiene una velada alusión a sus experiencias personales con las
Jerarquías estelares que le fueron posibles luego de haber llevado a cabo
el nacimiento triple. Lo que uno ha hecho, otro puede hacerlo. El mismo
sublime logro aguarda a todos quienes se hacen merecedores.

Los instrumentos musicales incluyen ciertos tonos y valores tonales que
conciernen a los sucesos celestiales de la pasada evolución del hombre.

Su origen puede ser indagado hasta los recuerdos inconscientes del
hombre sobre las verdades pertenecientes a la evolución musical y a la
permanencia del alma en el cielo entre las encarnaciones. Así las notas
altas de un violín entregan la más cercana aproximación objetiva al tono
del espíritu como es diferenciado en la conciencia universal. La lira y el
arpa son conceptos objetivos de ciertos poderes internos con los cuales el
hombre una vez se supo como un instrumento celestial en armonía con la
Música de las Esferas. Por esta razón estos instrumentos eran sagrados para
los Templos de Misterio del antiguo Egipto y Grecia. Aunque ahora latentes,
los órganos espirituales a los cuales corresponden sólo esperan la
revivificación cuando el hombre reclame su temporalmente perdido
estado divino. La música de estos instrumentos es tal que tiende a resucitar
desde su mente subconsciente recuerdos de su anterior exaltada
condición.

En los primeros peldaños de encarnación humana, la música era usada por
las Jerarquías celestiales para moldear los cuerpos humanos. En la presente
era materialista la música es usada para despertar las almas de los
hombres. La música antigua siempre fue altamente espiritual en origen y
efecto. Con la caída del hombre en el materialismo y dependencia de sus
sentidos físicos, llegó a ser menos y menos así. Pero la raza volverá a
despertar sus dormidos y desusados poderes espirituales; entonces la
música recobrará la influencia que una vez ejerció sobre el alma humana
en evolución. La humanidad está destinada a reconocer y usar “la mágica
música” con la cal el ciego verá, el lisiado caminará y los velos del
materialismo se apartarán conforme la comunión con las Huestes invisibles
sea restablecida.

La ciencia espiritual ha descubierto evidencia de cuatro grandes períodos
en que la evolución humana ha precedido, junto con la evolución de
nuestro universo y sistema solar. Tres están en el pasado, y la humanidad
ahora en el presente cuarto Día Creativo, usualmente conocido como el
Período Terrestre, trabaja por liberarse del materialismo. Restan tres
períodos más, o Días de Dios, durante los cuales la personalidad será
transmutada en espíritu y el espíritu reunido con Dios en conocimiento
consciente de su origen y naturaleza Divina.

Durante los pasados tres Días de Dios y en el presente cuarto Día, las
Jerarquías cósmicas han guiado nuestra evolución, y su trabajo para la
humanidad está escrito en los cielos estrellados.

Pero aquellos poderes espirituales que hoy vemos externamente como
estrellas en los cielos en remotas épocas evolucionarias fueron
simplemente vastas radiaciones de inteligencia y poder, incluyendo no sólo
los poderes que trabajan sobre la raíz de la materia sino también las
energías cósmicas que están individualizadas y concentradas en las
emociones humanas. Los grandes Poderes del universo no son existencias
sin sentimientos ni emociones. Ellos difieren de la humanidad en que sus
emociones son de alcance universal, “tejiéndose de estrella en estrella”;
mientras que al mismo tiempo están enterados hasta del más diminuto
átomo dentro del universo. El espacio y el tiempo no impiden el
funcionamiento de estos potentes Poderes universales. Sus proyectadas
emanaciones crearon las nebulosas y desarrollaron los sistemas solares; y
aun cuando alguna lejana estrella es sino una sombra de la estrella real la
cual se ha movido hacia adelante en su órbita o quizá desaparecido del
espacio, las emanaciones espirituales continúan trabajando.

En el primer gran día de la evolución de la humanidad el espacio era
negro; sin embargo el Calor estaba presente en forma cósmica. A este
período se le llama el Período de Saturno. La Jerarquía de las Inteligencias
celestiales que tuvo a cargo especial de este período – pues el espacio
estaba y está lleno de estas Inteligencias de todas las Jerarquías – fue un
ejército de seres asociados con lo que es hoy la constelación de Leo. En el
esoterismo Cristiano son llamados los Señores de la Flama, que es el título
descriptivo, “a causa de la brillante luminosidad de sus auras y sus grandes
poderes espirituales”, como Max Heindel, un místico Rosacruz, ha dicho: El
término bíblico para ellos es “Tronos”. Estos seres proyectaban en la
conciencia humana la semilla-patrón, o arquetipo, del cuerpo físico, que
nosotros poseemos hoy día. Esta semilla-patrón echa raíces en un átomo
particular del corazón, llamado el “átomo-semilla”, y el hombre llevará este
átomo con él hasta haber completado su evolución. El signo de Leo rige el
corazón, donde el átomo-semilla está “entronizado”.

Los Señores de la Flama transmitían el tono que despertaba el poder más
elevado del Espíritu Virgen (la humanidad primordial) a la actividad.

En el segundo Día cósmico de Dios se agregó el elemento de Aire al
cuadro evolutivo y el Color se convirtió en Luz. En este Período el patrónsemilla
del “cuerpo vital”, o cuerpo de fuerza-viva, fue entregado al Espíritu
Virginal. Este es el “cuerpo” o principio que hace posible el crecimiento, y
que además otorga la libertad de movimiento y el poder de la
propagación. El patrón para este cuerpo fue dado por la Jerarquía de
Virgo. En el tercer Día Creativo se agregó la Humedad al Calor y la Luz de
los Períodos anteriores. La condición material resultante de esto fue similar a
una “niebla de fuego”, una condición perteneciente a las nebulosas en los
mismos albores de la creación.

En el tercer Día cósmico otra Jerarquía, la de Librar, emanaba de si misma
el patrón-semilla del cuerpo astral o emocional del hombre.

Con el amanecer del presente cuarto Día creativo el principio de la Mente
fue agregado a los tres principios antes mencionados, a saber aquellos de
los cuales se desarrollaron los cuerpos físico, etéreo y astral. Este principio
Mental fue activado por la Jerarquía de Sagitario, los Señores de la Mente.

En cada uno de los cuatro Días Creativos uno de los cuatro elementos vino
a manifestación bajo el poder de la triplicidad zodiacal a la que
pertenece. En el primer Día, el elemento de Fuego se manifestó bajo los
impulsos combinados de Aries, Leo y Sagitario, las Jerarquías de Fuego. El
trabajo del primer Día, por lo tanto, produjo “Música de Fuego”. El segundo
Día introdujo el elemento Aire a través del trabajo concertado de las
Jerarquías de ese elemento, a saber Géminis, Libro y Acuario. Suya fue la
“Música de Aire”. El tercer Día introdujo el elemento Agua bajo las tres
Jerarquías Acuáticas: Cáncer, Escorpio y Piscis. La evolución entonces
continuó bajo el ritmo de la “Música de Agua”. El cuarto Día, nuestro
presente Período Terrestre, recibió los impulsos de las Tres Jerarquías
Terrestres, Tauro, Virgo y Capricornio, las cuales trajeron el elemento Tierra a
manifestación para el acompañamiento de la “Música de Tierra”.

¡En verdad el hombre se origina en la música de las esferas!

Debido al materialismo de la presente era, comparativamente pocos se
dan cuenta del potencial espiritual de la música o de los elevados usos a
los que puede ser dirigida por aquellos quienes saben cómo sintonizar las
armonías celestiales. La magia atribuida por la leyenda a la música de
Orfeo está destinada a convertirse en una realidad para las masas.

A menudo se describe a la música como la voz del espíritu. Esta poética
expresión tiene su fundamento en la realidad. Los espíritus virginales que
componen la presente raza humana fueron diferenciados primero en el
corazón de Dios a través del poder del Verbo, que hace sonar la tónica
musical del universo. Cada uno de los siete planos cósmicos con los que la
vida planetaria de la tierra está relacionada está haciendo sonar
continuamente su propia tónica en armonía con la séptuple sinfonía tonal
del esquema evolutivo al que pertenecemos. Así cuando el ego humano
desciende desde el más elevado cielo hasta el nacimiento físico es
literalmente bañado en música. Es proyectado a existencia por un Canto
de Dios; y los varios cuerpos que el ego construye para sí, en y a través de
los cuales funciona, son formados por la música de los cielos.

Por esta razón podemos decir que el mapa estelar u horóscopo de un
individuo mostrando las posiciones de los cuerpos planetarios al momento
del nacimiento es una partitura musical hecha en símbolos planetarios de
las disonancias y armonías celestiales a medida que éstas son tocadas en
la vida del ego encarnante. Un horóscopo así viene a ser la signatura
musical de una persona.

Primariamente, cada ego está sintonizado con la tónica de uno de los
planetas. Por medio de la meditación y el trabajo interno es posible para
cualquiera descubrir su tónica planetaria particular. Conforme uno crece
espiritualmente esta nota básica aumenta en volumen e intensidad hasta
transformarse en un cántico que supera las disonancias de las
configuraciones opuestas o cuadraturas en su carta estelar, y lo funde en
un triunfante coral.

Todo el tiempo los cielos resuenan con la música enviada por los
innumerables tonos entrelazados de los cuerpos celestes. La mística rueda
de la vida que muestra las posiciones estelares en el nacimiento registra
sólo los tonos a los que un ego particular responde. Ocurre una “nota
silenciosa” en una carta cuando la emanación musical está demasiado
enrarecida para la respuesta individual del ego.

Otras veces, hay fuertes poderes tonales siendo irradiados a través del
universo desde ciertas estrellas fijas, notablemente Sirio, Alción y las
Pléyades, a las cuales este planeta terrestre todavía no puede responder.

A ambos, al hombre y al planeta le esperan desarrollos casi inconcebibles
en el curso de la era atómica que acaba de comenzar. San Pablo hizo
referencia a estas maravillas no descifradas en medio de las estrellas
cuando declaró, “Una es la gloria del sol, otra la de la luna, y otra la gloria
de las estrellas; pues una estrella es diferente de otra en gloria”. (1 Corintios
15:41).

La ciencia oculta enseña que en los reinos más elevados la música es el
principal factor motivante de toda existencia. Por la música las flores
florecen y la vida vegetal se sustenta. Por la música los Seres celestiales se
comunican unos con otros; su idioma es el canto. Y por la armonía todos
los fenómenos son formados y sustentados. Aunque la humanidad ha
perdido ampliamente el contacto con estos sublimes reinos, un eco de
ellos permanece con ella. En las palabras de Shakespeare:

Ninguna orbe es tan pequeña que no la puedas contemplar
más en su movimiento como un ángel canta,
pero mientras esta turbia vestidura de decadencia
la envuelva totalmente, no podremos oírla.

* * *

LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por

Corinne Heline

Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile

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