MÚSICA MEDIEVAL
Algunos de los Padres, llegaron a considerar el amor de música un signo de
predestinación, como una cosa divina, y reservada para las dichas del
cielo mismo.
Sir William Temple
En esta era de denso materialismo es difícil comprender el poder que la
música ejercía sobre la mente medieval cuando era un elemento esencial
en la vida de las personas. Su música no era nuestra música; sino así como
era, entraba en cada momento consciente de la vida, y aún en los sueños.
La Navidad y la Pascua de Resurrección han sido durante mucho tiempo
las granes luces del mundo cristiano. La música más importante se
construye en torno a estos dos santos festivales. En nuestra serie de la
Interpretación de la Biblia de la Nueva Era se ha afirmado muchas veces
que la primitiva Iglesia Cristiana era una Escuela de Iniciación en la cual se
enseñaban los gloriosos Misterios de Cristo. Este hecho fue bien conocido
por los Apóstoles, y también por los primeros Padres Cristianos quienes
frecuentemente dieron fe de ello. La estación de Navidad celebra el
nacimiento de Jesús, portador del Señor Cristo, mientras la estación de
Pascua conmemora Su resurrección. En la Senda iniciática la Navidad es
indicativa del nacimiento del Cristo dentro del hombre mismo mientras que
la Pascua simboliza la liberación del espíritu del hombre desde su cuerpo a
voluntad, este logro es a través de la Iniciación. El cuerpo humano ya no es
una casa-prisión, sino una puerta de entrada, conducente al más grande y
sincero servicio. San Pablo estaba refiriéndose a tal desarrollo cuando
dijo:”Conocí a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el
cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe); fue arrebatado
hasta el Tercer Cielo; como que fue arrebatado al paraíso, donde oyó
palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”.
La estación de Adviento que precede a la Navidad y la Estación
Cuaresmal que precede a la Pascua son períodos de intensa preparación
para estos elevados eventos. Desde luego el trabajo real de preparación
varía de individuo en individuo; pero todos igualmente tienen la ayuda
extra de estas fuerzas cósmicas que fluyen haciendo que el planeta entero
vibre como una campana en estas santas estaciones. Los músicos quienes
están espiritualmente sintonizados con los ritmos planetarios en efecto
transmiten la música celestial a la tierra, como hemos dicho; y en la Edad
Media se proporcionó un tipo de música muy definida para ayudar a los
discípulos a hacer su preparación para los elevados festivales planetarios.
Los ritos de Navidad y de la Pascua son repetidos cada año en el Templo
Cristiano de Misterio localizado en los reinos etéreos. Las personas que aun
viven en la tierra hoy han presenciado estos sublimes eventos, los cuales
son conducidos por el Mismo Bendito Señor Cristo. Algunos neófitos sólo son
observadores, pero muchos tienen su parte en los rituales plano-internos.
Estos no son meros espectáculos dramáticos en que los neófitos juegan sus
roles; sino son, en un sentido, los arquetipos de los dramas terrestres. El
neófito en verdad vive el Misterio de Cristo en su persona, al
acompañamiento de la música de coros celestiales quienes lo ven como
él es a los ojos de Dios, el Espíritu Virgen, puro y perfecto en cada
particular. Por un breve momento SE SABE UN SER DIVINO, sustentado en
este entendimiento por los Hierofantes y las Jerarquías celestiales y algunas
veces recordará al día siguiente lo que ha sucedido. Pero aun si no
recuerda, la virtud curativa del ceremonial cósmico permanece con él por
siempre jamás, purificando y refinando al hombre eterno lentamente. No
son estos neófitos los únicos beneficiarios. Todo el globo terrestre es
bañado en una luz pura y no existe ser vivo tan insensato que no sea, por
un instante al menos, tocado y elevado por el Canto de Cristo de esta
bendita estación festival.
De tiempo en tiempo los Grandes en los planos internos envían un mensaje
musical iluminado para entregar a la humanidad algunos ecos de estos
coros celestiales, la música inmortal que vivirá tanto como dure la tierra.
Esta música incluye un número de primitivos villancicos de Navidad, Ave
Marías, y las Pasiones de San Mateo y San Juan. Estas transcriben la música
iniciática que acompañó la entrada de estos dos grandes santos en las
glorias de los Misterios de Cristo. Nadie puede escuchar la sublime música
de la Pasión en un espíritu de reverencia y devoción sin experimentar un
impulso hacia una vida más noble. De hecho, la música fue escrita y
ejecutada para acelerar el mejoramiento de la humanidad durante la
Edad Media.
La estación Cuaresmal culmina con los eventos de la Semana Santa
armoniza con el ritmo de los eventos que ocurrieron en los días sucesivos
de ese período. El brillante procesional del Domingo de Ramos, con sus
triunfantes hosannas, es seguido por los eventos del Lunes, Martes y
Miércoles. En Jueves Santo se pone énfasis en el lavado de pies, una muy
impresionante ceremonia basada en la humildad – una de las más
importantes enseñanzas entregadas a los discípulos en el Sendero. La
dulce tristeza del Viernes Santo y Sábado Santo culmina con los gloriosos
aleluyas del Domingo y Lunes de la Pascua de Resurrección.
Los médicos del siglo doce prescribían música durante las horas de comida
para los niños obstinados o temperamentales. La música era considerada
tan importante para los jóvenes que tenía un lugar destacado en la vida
institucional de los huérfanos europeos, y a los niños se les animaba a
desarrollar cualquier talento musical que pudieran tener. Esto condujo a la
formación de coros infantiles, una característica sobresaliente de las
actividades musicales durante los días medievales. Los coros cantarían en
sus propias aldeas y en provincias cercanas; después, como su fama
creciera, empezarían a hacer giras. Un notable ejemplo de la excelente
labor de esos coros de niños como existen hoy son los espléndidos músicos
del Coro de Niños de Viena que hace giras anuales de concierto en todo
el mundo, atrayendo siempre a grandes y complacidas audiencias.
Los poetas y trovadores alemanes de la Edad Media en muchas ocasiones
estuvieron al servicio de las escuelas esotéricas. Fue por esta razón que
incurrieron en la enemistad de la Iglesia ortodoxa de Roma. Su imagen
supuestamente sensual, como el Canto de Salomón, oculta doctrinas
esotéricas de gran profundidad - pues sus así llamadas canciones de amor
eran en realidad cantos de alma destinados a las más hermosa dama
(Sabiduría) cuyo favor ellos buscaban. Estos cantores gradualmente
construyeron sus propias escuelas esotéricas; y los Cantantes Maestros
quienes encabezaban las filas de los poetas y trovadores, eran a menudo
altos Iniciados. Wolfram von Eschenbach, cuyo Parsifal fue la base de la
magnífica ópera de Wagner del mismo nombre, era un Cantor Maestro.
Los Iniciados musicales del Medioevo trataron de emplear, como lo
hicieron los griegos, la música para aliviar las enfermedades humanas,
físicas, mentales y morales. Su llegada marcó la aparición de los
instrumentos con arco. Sus vidas y su arte eran puros y santos, y las
canciones de amor que cantaban estaban en compases asociados hoy
con la música sacra – un hecho muy significativo en si. Muchos monjes
engrosaron sus filas, y los trovadores fueron honorables y privilegiados
huéspedes de la mayoría de los monasterios. Ciertamente, estaban entre
los santos de la Edad Media. Los temas sobre los cuales ellos componían
eran principalmente bíblicos, aunque una tendencia posterior fue más
secular y filosófica.
Las Escuelas de los Trovadores estaban divididas en tres grados, pupilo,
cantante y Maestro. Sólo este último era considerado digno de realizar
nuevas composiciones. Las Canciones del Maestro, con sus extraños ritmos,
se acentuaban a ciertos intervalos con “flores”. Estos ritmos, de los cuales
se originó la cadenciosa y solemne música eclesiástica de nuestros días,
tocaron ciertos centros vitales en los cuerpos de aquellos que eran
suficientemente sensitivos, y ayudaron a su posterior despertamiento. La
competencia de Cantantes Maestros introducida por Wagner en
Tannhauser describe algo del ritual iniciático musical de la época.
La era de los trovadores puede ser fechada como desde los siglos once al
trece. El ordenado ritmo de su música fue característico de la música
iniciática en general. No había ninguna línea evidente trazada entre la
música secular y la sagrada, pero ambas trataban con cada fase de la
vida humana.
En Alemania los trovadores cantaban las más tiernas y más sublimes
canciones de amor, un amor que es puro y santo porque nace del alma y
del espíritu. Los más famosos de estos cantantes fueron Walther von der
Wogelweide y Wolfram von Eschenbach quienes eran contemporáneos.
Como músicos-videntes tomaron parte en las Iniciaciones por Canto en el
Castillo Wartburg de Landgrave Hermann de Thuringia en 1207, casi como
descrito por Wagner en su ópera Tannhauser. Realmente hubo un
caballero-trovador llamado Tannhauser quien vivió en esa era (a veces se
le confunde con otro Tannhauser que vivió una o dos centurias antes); y
Von Eschenbach y Walther von der Wogelweide, igual que el mismo
Landgrave Hermann, fueron todos notables personajes históricos. Una de
las más bellas canciones de Walther fue incluída en la Cruzada de 1228 y
fue escrita en Palestina
El verdadero mérito de la vida al fin ha comenzado,
ahora mis ojos pecaminosos contemplan
La Tierra Santa, la tierra que ha ganado
fama para glorias múltiples.
La súplica de toda mi vida ha sido escuchada,
estoy en el lugar donde
Dios en forma humana hizo escala.
Destacado entre los contribuyentes ingleses a la Caballería medieval de la
Canción fue St. Godric (1170) cuya música le fue dictada a través de la
visión angelical. Fue un don que recibió cuando, a la muerte de su querida
hermana, él imploró al cielo por su bienestar y se le concedió una visión de
ella con la Madonna y los Ángeles. Uno de los más exaltados himnos que
escribiera está dedicado a “Cristo y Santa María”.
El famoso Cántico del Sol por San Francisco de Asís (1182-1226)
originalmente armonizaba con místicos ritmos – no, quizás, a través de la
Iniciación sino a través del propio contacto espontáneo de Francisco con
el arcangélico Cristo. Un manuscrito preservado en Asís que contiene el
Cántico tiene espacio también para la melodía que, al parecer, se ha
perdido.
Tan claramente entendieron los Iniciados del Rayo Musical que el poder de
la palabra pronunciada estaba entrelazada inseparablemente con el
encanto del acento y la entonación que inventaron una máxima: “Una voz
sin música es un molino sin agua”.
La Iglesia todavía retiene el considerable conocimiento de los poderes
ocultos de la música. Por ejemplo en la última centuria fue compuesta una
Misa y luego cantada en la iglesia de San Pedro para la cesación de una
plaga en Roma. La partitura contenía veinticuatro diferentes partes y fue
cantada por un coro de doscientos cantantes, quienes ocuparon círculos
en la cúpula. El sexto coro fue colocado en la cima de la cúpula. Este es el
plan que Wagner siguió para las escenas del Templo del Grial en Parsifal, y
podemos asegurar que algo similar conoció su gran predecesor, Wolfram
von Eschenbach.
Clemente de Alejandría, fue uno de los primeros maestros de los Misterios
Cristianos, de modo significante describe su música iniciática así: “Esta es la
montaña elegida del Señor, está dedicada a la Verdad. Una montaña de
gran pureza y castos matices. La habitan las hijas de Dios, aquellos
hermosos Corderos quienes celebran juntos las venerables orgías,
reuniendo al Coro elegido. Los cantantes son hombres santos, su canto es
el himno del Rey Omnipotente. Las vírgenes cantan, los Ángeles glorifican,
los profetas discurren, mientras la música que dulcemente suena es oída”.
* * *
LA MÚSICA
nota clave de la evolución humana
por
Corinne Heline
Traducido por el
Centro fraternal Rosacruz de Santiago,
Chile
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