domingo, 19 de noviembre de 2017

Clave Número Siete La Resurrección - en you tube -

CLAVE NÚMERO SIETE
La Resurrección

A través de las eras, a los discípulos se les ha enseñado que el Grado de la Resurrección marca la culminación del Sendero de la Iniciación. Señala igualmente el definitivo triunfo de la vida sobre la muerte. Los antiguos decían que los hombres conocen sólo la muerte, mientras que los dioses conocen sólo la metamorfosis. La transmutación de la muerte en vida eterna se realiza en el Grado de la Resurrección.

Cristo, el sublime indicador del Sendero de la Iniciación, dejó Sus vestiduras en la tumba vacía para simbolizar la supremacía y autoridad del espíritu sobre una personalidad limitada y asociada sólo con la encarnación física.

A los discípulos avanzados de los antiguos Misterios - y a los verdaderos discípulos de nuestros días - se les enseña a tender conscientemente un puente sobre el aparente abismo entre la vigilia y el sueño, entre vida y muerte. San Pablo se refiere a esta consecución cuando dice que el último enemigo a vencer por el hombre es la muerte, un estado de conciencia que caracteriza a los avanzados que caminan por el sendero de la Iluminación. Esto será una herencia común de la raza al final del presente Período Terrestre, ya que en la conquista final de la muerte, el espíritu se libera del peso de la mortalidad.

Los cristianos místicos reconocen que el Gólgota es un acontecimiento histórico y, a la vez, un proceso anual, y que continuará siéndolo hasta que un número suficiente de personas se hayan "cristizado" para llevar a cabo la labor redentora. Mientras Cristo continúa Su servicio cíclico, innumerables seres celestiales le otorgan su reverencia y adoración en alegres hosannas. Y, en respuesta, Él entona las mayestáticas palabras: "Todo poder me ha sido conferido en los cielos y en la Tierra".

Los Misterios Menores alcanzan su clímax en el Grado de la Resurrección.

Los Grandes Misterios (los de Cristo) introducen un grado más elevado con el Rito de la Ascensión. Quienes alcanzan este grado son capaces de seguir a Cristo hasta Su propio hogar, el Mundo del Espíritu de Vida, el plano de la exaltada unidad expresada por Cristo al decir: "Yo y mi Padre somos uno". Este estado fue alcanzado por los discípulos el día de Pentecostés. Algún día será alcanzado por toda la Humanidad mediante el primero de los Grandes Misterios, establecidos por Cristo durante Su estancia en la Tierra. Repitiendo: El nivel alcanzado por la Humanidad al final de presente Período Terrestre corresponderá al trabajo del primer Misterio Mayor o Primera Iniciación Crística. Cuando los discípulos manifestaron su poder en Pentecostés, se convirtieron en hombres-dioses.

El trabajo de la segunda de las Grandes Iniciaciones se manifestará por la Humanidad durante el siguiente Período, el de Júpiter, cuando ambos, hombre y Planeta trasciendan el estado físico de la materia. Entonces funcionarán en vehículos etéricos y las condiciones terrenas serán similares a las que existían en el Jardín del Edén. Ya no habrá enfermedades, vejez ni muerte. Habiéndose incorporado al vehículo etérico superior las esencias del cuerpo físico del hombre, el primero se habrá convertido en un instrumento extremadamente sensible, con posibilidades mucho más allá de nuestra actual comprensión. Su mente estará tan espiritualizada que manifestará el poder innato de Dios, habilitándole para trabajar con la vida, tal como ésta se expresa actualmente en el reino vegetal. Este poder está siendo usado actualmente por los ángeles para crear y hacer posible el crecimiento en los seres de naturaleza vegetal. Será igualmente capaz el hombre de transmitir imágenes de su propia mente a la conciencia de los demás de modo que, si está describiendo determinada escena, su oyente verá una reproducción exacta de la misma. Quienes están siendo instruidos por los seres angélicos saben ya que el desarrollo de la conciencia pictórica es una parte esencial de sus enseñanzas.

Con el Rito de la Asunción, la Virgen María fue elevada a vivir con los ángeles. En la maravillosa belleza de su etérico hogar, ella posee las facultades que prevalecerán durante el Período de Júpiter. Es, por tanto, el perfecto modelo para el discípulo de la Segunda Iniciación Cristiana, y para toda la Humanidad, durante el siguiente Período.

Mediante la tercera de las Grandes Iniciaciones, un alma a ella exaltada adquiere poderes y capacidades que no serán conocidas por la Humanidad hasta que concluya el Período de Venus. En ese avanzado estado de desarrollo el cuerpo de deseos del hombre será perfecto. Las esencias espirituales, tanto del cuerpo físico como del etérico se habrán incorporado a un vehículo aún más tenue, mientras que el deseo se convertirá en luz. Literalmente el hombre vivirá, se moverá y tendrá su ser en un cuerpo de luz. Durante el Período de Júpiter el hombre desarrollará la conciencia pictórica, como hemos dicho. Pero durante el Período de Venus se hará capaz de imprimir vida en esas imágenes.

San Juan, el amado, es el perfecto modelo de la Humanidad del Período de Venus y del discípulo que traspasa la Tercera Iniciación de Cristo. Por eso Juan, el modelo Venusiano, es el discípulo que llegó más cerca del amante corazón de Cristo.

Su maravilloso Evangelio es una declaración inigualable sobre el ilimitado poder del amor.

Durante el Período de Vulcano, que corresponde a la cuarta de las Grandes Iniciaciones (de Cristo), el hombre alcanzará la divina perfección. Las esencias espirituales de sus cuerpos físico, etérico y de deseos serán incorporadas al vehículo mental, de modo que entonces poseerá "esta mente que estuvo también en Cristo Jesús". Esta fuerza creadora de vida se enfocará en el corazón, el centro del amor. Su laringe se convertirá en un órgano de creación, mediante el poder de la palabra hablada. Y así la generación será exaltada hasta la re-generación. Cristo mismo es el modelo del hombre perfecto del Período de Vulcano. Él es también el primer Iniciado en pasar a las glorias de la cuarta y última de las Grandes Iniciaciones. Y a este exaltado estado final se refería David, un alto iniciado de la Dispensación del Antiguo Testamento en sus inspiradas palabras:

¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,
El ser humano para que lo visites?.
Lo hiciste poco menos que un dios,
Lo coronaste de gloria y dignidad.
(Salmos 8:4-5)

(1) En el original se relacionan sólo diez centros o chakras, aunque en el párrafo anterior se habla de doce. Y ello, bien por error, bien por no querer insistir en los centros bajo el diafragma, peligrosos si se despiertan prematuramente.

EL MISTERIO DE LOS CRISTOS

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