lunes, 20 de noviembre de 2017

Meditación espiritual para Aries - en you tube -


CAPÍTULO XXV

ARIES

Meditación espiritual para Aries

Dado que es el signo inicial del zodíaco, Aries es el lugar de todo comienzo.
En el ciclo anual del paso solar a través de los doce signos, Aries indica el principio del año espiritual. Ha sido considerado así incluso por naciones que comienzan su año civil en otro punto del círculo zodiacal. Moisés fijó el comienzo del año (Éxodo 12:2) en el mes de Abib (marzo-abril) porque era el mes de la brotación del trigo y demás cereales. También se le ordenó a Moisés que el sacrificio del cordero pascual tuviera lugar cuando la luna nueva estuviera en Aries. En el momento del paso anual del ecuador por el sol, éste estaba junto a la estrella El Natik, palabra que significa "horadado, herido o asesinado". La luna llena estaba entonces junto a la estrella Al Sheraton, palabra que significa, también, "contusionado o herido". El cruce del ecuador por el sol prefiguraba la crucifixión de Cristo Jesús, ya que los cielos proclaman la llegada de los grandes acontecimientos del destino de la Humanidad.
Las palabras-clave para Aries son pureza y sacrificio, y su símbolo, el cordero o carnero. Como la venida del Señor Cristo a la Tierra tuvo lugar durante la dispensación de Aries, se le denomina el Buen Pastor. La representación familiar lo muestra con un cordero en brazos.
Durante los primeros años de la dispensación cristiana, como ya se ha dicho, el símbolo más empleado no fue el Cristo crucificado, sino una cruz con un cordero echado a sus pies. Hasta llegado el siglo cuarto no fue sustituido el cordero por una figura humana, clavada en la cruz.
Hay dos cartas del Tarot que han sido adscritas a Aries: Una es el Loco, y la otra, el Gran Sacerdote. La primera presenta un muchacho con una mochila sobre los hombros y una rosa abierta en la mano. Camina atrevido y sin temor a enfrentarse al desafío que la vida supone. Se le llama Loco porque aún no ha comenzado la Búsqueda y uno realmente no comprende la vida hasta que penetra en el Sendero de la Santidad. La otra carta muestra un Gran Sacerdote, sentado sobre su trono, con un halo de luz dorada alrededor de su cabeza. Con él se encuentran dos reliquias sacratísimas: El Santo Cáliz y la Lanza. En su mano derecha sostiene el Cáliz, repleto con las pasiones humanas; sobre él ha colocado su mano izquierda para significar que ha adquirido el dominio de su naturaleza inferior. Esta representación expresa exactamente la más elevada manifestación de Aries: El control de sí mismo.
Las palabras del sabio rey Salomón contienen la nota-clave bíblica de esta consecución: "El que tarda en enojarse es mejor que el poderoso; y el que gobierna su espíritu, que el que conquista una ciudad". A un nivel más elevado, es aplicable lo siguiente, de la Revelación: "Contempla, todo lo hago nuevo".
Ricardo Wagner, el músico Iniciado, basó su maravilloso drama Parsifal en la verdad contenida en la simbología de estas dos cartas del Tarot. El "loco puro" penetra, como por casualidad, en los terrenos del castillo del Grial. Sin aviesa intención, mata un cisne que nadaba sobre las aguas del lago sanador. Como consecuencia de su arrepentimiento y dolor por la mala acción, su alma despierta y comienza la Búsqueda. Y debe, entonces, salir al mundo y ser tentado, para probar su fortaleza, su valor y su perseverancia. Wagner dijo que el tema de Parsifal se encuentra en la línea que establece: "Grande es el poder del deseo, pero más grande es el poder del alma, obtenido mediante la resistencia". Al fin, Parsifal regresa, para convertirse en el Gran Sacerdote de Mont Salvat, o Rey de los Caballeros del Grial.
Vistiendo el blanco manto del Maestro y llevando la sagrada Lanza, entra en el Templo del Grial y cura la herida de Amfortas. Por ello se convierte en Maestro de los Caballeros del Grial y en el Guardián seguro del Santo Cáliz.
¿Qué es lo que produce la transición de Loco a Gran Sacerdote?. ¿Qué es lo que convierte al hombre mortal en otro que exterioriza su carácter divino?. Es el despertar del gran principio Yo soy dentro de sí mismo. Es la resurrección del propio espíritu de Cristo. Este es el tema de aquél cántico del antiguo Templo que proclamaba el elevadísimo concepto de la resurrección:

Yo fui antes que todos los mundos.
YO SOY en todos los mundos.
Yo seré cuando todos los mundos no sean más que un recuerdo.

En el momento de cruzar el sol el ecuador, cuando transita del hemisferio sur al hemisferio norte, la fuerza de Cristo pasa, de los planos físicos a los planos espirituales de la Tierra. El cuerpo físico de la Tierra es como el del hombre: Está interpenetrado por vehículos más tenues que se extienden en el espacio más allá de aquél. 
Repitiendo, durante los seis meses del año en los que el sol está atravesando los seis signos bajo el ecuador, la fuerza de Cristo impregna la región corporal de la Tierra. En el equinoccio de primavera, cuando el sol cruza el ecuador, y durante los seis meses en los cuales atraviesa los seis signos sobre el ecuador, la fuerza de Cristo impregna los planos espirituales o superiores, de la Tierra. Esos planos son el hogar de los llamados muertos, una región en la que ellos continúan durante algún tiempo sus actividades normales en un ambiente de encantadora y radiante belleza. Allí es también donde los ángeles y arcángeles llevan a cabo diversos servicios en favor del Planeta y su progenie.
Cuando el sol entra en Aries, anuncia la gloriosa resurrección, comenzando la estación anual de la transmutación. Entonces las blancas aguas de Piscis se mezclan con los fuegos rojos de Aries, unión que se manifiesta en la oleada primaveral de flores y cánticos. También es, para el hombre, la época de la transmutación, la época más apropiada para seguir empujando la piedra de su vieja vida, y alcanzar todo el poder de la conciencia "resucitada". Y así, cuando la naturaleza sustituye la lobreguez del sueño invernal por el resplandor de la primavera y Cristo trasciende la agonía del Gólgota mediante la exaltación del amanecer de resurrección, el discípulo que ha seguido, con fe y persistencia, a Cristo, ascendiendo tras Él por el empinado y estrecho Sendero, obtiene su propia resurrección mediante el despertar de los poderes crísticos dentro de sí mismo. Es una época en la que se puede producir en su cuerpo-templo una transformación maravillosa: Una nueva fuerza emana del blanco líquido de sus nervios y se mezcla con una nueva esencia en las rojas corrientes de su sangre, unión que produce la luz dorada que impregna y rodea el cuerpo de un ser iluminado. San Juan se refería a una transformación de este tipo cuando escribió que nosotros, algún día, "caminaremos en la luz como Él está en la luz". Rojo y blanco son los colores de Aries, y también son los colores de la transmutación, tanto en el hombre como en la naturaleza.

El Sendero de Santidad a través de Aries

A medida que el discípulo viaja a lo largo del Sendero de Santidad, que conduce al plano espiritual superior, las experiencias con que tropieza se van haciendo más y más maravillosas y transformadoras. En ese nivel de existencia no hay velo que separe a los vivos de los "muertos", ni barreras para la comunicación con los seres celestiales. Allí se puede observar la maravillosa tarea de los Espíritus de la Naturaleza y comprender que sus actividades subyacen a lo que los científicos denominan "leyes naturales". Y, en la mañana de Pascua, entre los triunfantes hosannas de ángeles y arcángeles, Cristo, tras Su liberación de la anual encarnación en la Tierra, aparece en Su radiante gloria. En el Templo de los Misterios Crísticos, la gloriosa procesión de Pascua se configura en torno a Su luminosa presencia, no como un mero espectáculo, sino para que Su poder y majestad, se derramen sobre todo el que haya sido hallado digno de ser contado entre Sus santificados
compañeros.
El cristiano místico no debe conmemorar la Pascua sólo como un hecho histórico que tuvo lugar en el Gólgota, puesto que sabe que el sacrificio de Cristo es un acontecimiento anual, que cada año es sepultado en la Tierra, de la cual surge cada Pascua, para ascender a los cielos y restaurar Sus fuerzas, antes de regresar a esta esfera física el siguiente equinoccio de otoño.
Cuando tuvo lugar la crucifixión en el Gólgota, Cristo abandonó el cuerpo de Jesús, en el que había funcionado durante los tres años de Su vida pública, y transfirió Su espíritu al cuerpo planetario de la Tierra misma para, desde ese momento, convertirse en su regente. Hay un profundo significado en aquellas palabras que dijo a Sus discípulos después de la Resurrección: "Se me ha dado todo el poder en el cielo y en la Tierra".
Cuando la raza humana sucumbió a la seducción de los Espíritus Luciferes, el ritmo atómico del cuerpo físico del hombre cambió, y el espíritu ígneo espinal quedó armonizado con las fuerzas luciferinas y recibió la impronta de esos seres ígneos. Es misión de Cristo anular esa situación y sustituir el ritmo y la impronta de los Luciferes por los Suyos propios, pues Cristo también, como arcángel, es un ser ígneo. Cuando esto se haya llevado a cabo, la vibración atómica del cuerpo del hombre le hará inmune a la enfermedad y a la muerte. Los hombres de la Nueva Edad llevarán, dentro de sí mismos, la imagen de Cristo.
La Jerarquía de Aries contiene un modelo arquetípico del hombre, como creado "a imagen y semejanza de Dios". Ese modelo se hará cada vez más manifiesto durante la Nueva Edad. Como ya se ha dicho, las seis constelaciones que se hallan sobre el ecuador llevan consigo los modelos cósmicos de lo que ha de manifestarse sobre la Tierra; las seis constelaciones que están bajo el ecuador contienen esos modelos en miniatura, por así decirlo, y las Jerarquías de esas seis constelaciones sureñas trabajan con la Humanidad para conseguir la plena realización de esos modelos aquí en la Tierra. Por ejemplo: La Jerarquía de Aries mantiene el modelo perfecto del nuevo hombre crístico, mientras que Libra, el signo opuesto a Aries y hogar de los Señores de la Individualidad, está haciendo descender ese modelo cósmico de Aries, y ayudando al hombre a traerlo a la manifestación.
Éste es el conocimiento que ha impulsado a los grandes Maestros del mundo a ayudar a la Humanidad a manifestar ese modelo en este plano. El trabajo es arduo.
Pero, a través de las edades, esas almas valientes que han sido lo suficientemente fuertes como para hollar el Sendero de Santidad hasta los planos espirituales, han quedado inflamados y preconizan "un nuevo cielo y una nueva Tierra" habitados por una Humanidad Crística. Saben, como Cristo lo sabía, que "el Verbo era Dios".

Parábola bíblica para Aries
El joven rico

En esto se le acercó uno y le preguntó:
-Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para conseguir la vida eterna?.
Jesús le contestó:
-¿Por qué me preguntas por lo bueno?. El Bueno es Uno Sólo; y, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.
Él le preguntó:
-¿Cuáles?.
Jesús le contestó:
-No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre y ama a tu prójimo como a ti mismo.

El joven le dijo:
-Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta?.
Jesús le declaró:
-Si quieres ser perfecto, vete a vender lo que tienes y dáselo a los pobres, que Dios será tu riqueza y, anda, ven y sígueme.
Al oír aquello, el joven se fue entristecido, pues tenía muchas posesiones.
Jesús dijo a Sus discípulos:
-Os aseguro que con dificultad entrará un rico en el Reino de Dios. Más fácil es que entre un camello por el ojo de una aguja, que no que entre un rico en el Reino de Dios.
Al oír aquello, los discípulos se quedaron enormemente desorientados, y decían:
-En tal caso, ¿quién puede subsistir?.
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
-Humanamente eso es imposible, pero para Dios todo es posible.
Intervino, entonces, Pedro:
-Pues, mira, nosotros ya lo hemos dejado todo y te hemos seguido. En vista de eso, ¿qué nos va a tocar?.
Jesús les dijo:
-os aseguro que, cuando llegue el mundo nuevo y Este Hombre se siente en el trono de Su Gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y, todo aquél que, por mí, haya dejado la casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Y todos, aunque sean primeros, serán últimos y, aunque sean últimos, serán primeros (Mateo 19:16-30).

La Parábola del Joven Rico imparte la enseñanza apropiada para la meditación de Aries.
La anterior parábola bíblica es una de las enseñanzas del Maestro que más mal interpretada ha sido. No es el uso sino el abuso de las riquezas lo que engendra el mal y la infracción. El Uno, que es el maestro de todos nosotros, dijo luego: "Porque, a quien mucho se le dé, mucho le será exigido". El dueño de gran riqueza tiene una gran responsabilidad. El atesorar riquezas, el malgastarlas en ocios o locos placeres, o en gratificar la vanidad, engendra una pesada carga kármica, que ha de ser liquidada, algún día, en alguna parte, mediante el dolor y la angustia.
Los que están destinados a heredar grandes fortunas deberían ser instruidos, muy cuidadosamente, sobre su verdadero valor y finalidad. Si se omite esa información, los padres, generalmente, sufren, debido a que sus hijos no comprenden con exactitud su responsabilidad para con los demás.
Cuando un hombre tiene las ideas claras en cuanto a su responsabilidad concerniente a la riqueza, se considera como un administrador del vasto depósito divino de la abundancia. Comprende que no es sino un canal para hacer fluir y derramar ayudas, con las que bendecir y elevar a aquéllos con los que se relaciona.
Tal dedicación convierte a ese individuo en un ser ungido. Dedicándose al supremo bien, atrae sólo al Supremo Bien, y su vida se convierte en una inspiración y un ejemplo a emular.
Es difícil para la persona media disociar las cosas del espíritu que hay en ellas y las subyace. Ralph Waldo Emerson, el sabio americano, escribió: "Las cosas están en la silla y cabalgan sobre la Humanidad". Esto es aplicable, por supuesto, a nuestro mundo moderno. El verdadero objetivo y propósito de la vida humana, sin embargo, es el de que el hombre sublime de tal manera sus pensamientos y emociones relativas a las posesiones materiales, que se pueda identificar a sí mismo con el espíritu que yace sobre y tras sus posesiones físicas. Ese espíritu es el poder de Dios, el Dios-
Todo; y la unión con Él atrae todo lo que es elevado y noble y hermoso y verdadero.
Este fue el ideal que el Maestro preveía para el joven discípulo cuando le dijo:
"Vende todo lo que tienes... y ven y sígueme". La llamada de Aries no es hacia el yo personal, sino hacia el Yo Soy, con el fin de fortalecerlo y afirmar su divinidad mediante la adquisición del dominio sobre todas las cosas.

EL MISTERIO DE LOS CRISTOS
Corinne Heline

en you tube, aquí 
 https://youtu.be/r8nx3x-xZpk

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