lunes, 20 de noviembre de 2017

Meditación espiritual para Piscis - en you tube -


CAPÍTULO XXIV

PISCIS

Meditación espiritual para Piscis

Repitiendo lo dicho anteriormente, los egipcios, con su asombroso conocimiento de la ciencia estelar, concibieron una serie de figuras que describen, simbólicamente, el recorrido del Cristo Solar a lo largo de los doce signos del zodíaco.
Hay dos importantes representantes de Piscis en el simbolismo del Tarot. Uno tipifica al individuo aún no despertado, representado por un hombre, colgado de un pie y con la pierna libre doblada sobre la rodilla de la otra, formando así una cruz. El otro tipifica al alma iluminada, representada por dos amantes, en pie, cogidos de la mano y dentro de una guirnalda de siempreviva, que simboliza la inmortalidad. La guirnalda indica la resurrección del Cristo Planetario, en el tiempo del equinoccio vernal.
Saint Germain comparaba la influencia del signo, a un brillante cometa que refulge misteriosamente, a través del cielo, e ilumina, momentáneamente, a la Tierra, que flota sobre un mar de profunda negrura, bajo el cual hay dos manos entrelazadas.
El símbolo astrológico de Piscis consiste en dos peces juntos, pero con las cabezas en sentidos opuestos. Un pez sólo, se ha usado ampliamente como símbolo del Iniciado, porque vive en las misteriosas profundidades. En el relato de Jonás y la ballena, aquél permaneció tres días en el cuerpo de ésta, lo cual es una alegoría de la Iniciación. La historia es una descripción velada de la inducción a los Misterios Menores, tal y como se observaban en los templos precristianos. Este mismo modelo se repitió en la vida de Cristo, que permaneció tres días en los planos internos de la Tierra, en el intervalo entre la Crucifixión y la Resurrección.. Debe recordarse también que el signo del pez se utilizó como contraseña entre los primeros cristianos y se usó por ellos también como símbolo místico.
Piscis tiene dos regentes: Júpiter y Neptuno. Júpiter es el planeta de la ley y el orden. Bajo su influencia, la era Pisceana ha presenciado el desarrollo de la iglesia esotérica, de la que el agua (Piscis) y el pan (Virgo) representan dos prominentes características. Cristo Jesús rasgó el velo del templo de la Iniciación en el umbral de la Era Pisceana, abriendo la puerta a "cualquiera que desee penetrar en él". Los que responden a esa llamada, llegan bajo la influencia de Neptuno, el regente espiritual de Piscis. Bajo Neptuno aprenden a hollar el sendero que conduce a la liberación, el tipo de libertad que pertenece a los Hijos de Dios, de que hablaba San Pablo.
En cuanto al desarrollo humano, el trabajo de la era de Piscis se ha dirigido a la purificación de su naturaleza de deseos. Por eso la batalla para obtener el control de las emociones y del alma ha sido la prueba principal de los santos medievales y de los personajes pertenecientes a las leyendas del Santo Grial. El objetivo principal del trabajo pisceano ha consistido en la transmutación de las bajas emociones en poder anímico, mediante la devoción, representada por las extáticas visiones de los devotos religiosos enclaustrados.
Piscis es el último de los doce signos zodiacales, y contiene la suma final de la experiencia kármica, perteneciente a un ciclo completo. Por ese motivo se lo ha designado como el signo de las lágrimas y el dolor. Venus, el planeta del amor personal, está exaltado en Piscis. Cuando el amor personal de los nativos de este signo es egoísta y posesivo, el Jardín de Getsemaní les acaba siendo muy familiar. La nota-clave bíblica para este aspecto de Piscis es. "Que no se haga mi voluntad, sino la Tuya". Las puertas del Jardín del Dolor sólo pueden mantenerse cerradas mediante el olvido de sí mismo y la renunciación totales.
Los dos peces orientados que representan a Piscis, contienen un profundo significado esotérico. En su significación más elevada, representan el estado de perfecto equilibrio. En las dos columnas del cuerpo-templo humano (los dos sistemas nerviosos) las fuerzas de la derecha y de la izquierda se influencian armoniosamente, dando lugar al equilibrio entre la cabeza y el corazón. El espíritu contacta con el mundo objetivo por medio del sistema nervioso cerebroespinal, mientras que al mundo subjetivo llega a través del sistema nervioso simpático. Cuando la interacción entre lo interno y lo externo está perfectamente equilibrada, el ego se encuentra en su hogar en ambos mundos.
Sólo dos signos tienen a Júpiter y a Neptuno como regentes: Cáncer y Piscis.
Júpiter gobierna las fuerzas del alma; Neptuno, los poderes del espíritu. El peregrinaje zodiacal bajo Piscis unirá la esencia divina del alma con los poderes del espíritu. Este ideal supremo fue dado a la Humanidad por la Jerarquía de Cáncer, y su consecución se producirá bajo la guía de Piscis. La Humanidad que haya alcanzado la perfección, hará su morada en la constelación de Piscis, perfectamente descrita por la imagen de un hombre y una mujer, de pie, cogidos de la mano y en el interior de una guirnalda de siemprevivas. Tales seres han conseguido la vida inmortal y la eterna juventud. La nota-clave bíblica de Piscis, emitida por primera vez por la Jerarquía Pisceana, en el Gran Fiat Creador, "Dios creó al hombre a Su imagen y semejanza", resonará entonces triunfante a lo largo y a lo ancho de la Tierra.
Un antiguo aforismo astrológico dice que el nativo pisceano está, por un lado, tan próximo al monte de la pureza y la bondad y, por otro, al abismo de la autodestrucción, que ángeles y demonios están alertas para impulsarlo rápidamente por el sendero que elija. El jeroglífico que acompaña a esta descripción representa a una hermosa mujer: Un genio está arrodillado a sus pies y le ofrece las riquezas de la tierra, mientras que un ángel se cierne sobre su cabeza, ofreciéndole sus tesoros celestiales, describiéndose así, vívidamente, la doble naturaleza de Piscis. Los nativos de este signo pueden encumbrarse hasta las alturas de la inspiración, y muchas de las almas más dotadas del mundo, han venido bajo él. Pero sucede frecuentemente que sus dotes se malgastan, a causa de su indulgencia con las
desenfrenadas emociones pisceanas.
Piscis es el signo de la Duodécima Casa. El que nace bajo esta configuración está completando una serie de vidas terrenas y está, por ello, muy ocupado, desembarazándose de deudas kármicas engendradas en el pasado. La vida del pisceano es, frecuentemente, rica en variedad de experiencias y cargada de pesadas responsabilidades. Venus, exaltada en este signo, proclama que los dolores de Piscis originan, generalmente, ataduras personales en los demasiado tenaces. Piscis regenerado, significa muerte del yo personal y vida del alma inmortal. La muerte mística en este signo tiene lugar bajo las fuerzas de Neptuno, planeta de la Iniciación. Los que pasan por esta experiencia se convierten en pioneros de la Nueva Edad.

El Sendero de Santidad a través de Piscis

Cuando el sol está transitando Piscis, durante el mes de marzo, la fuerza dorada de Cristo vuelve a surgir, desde el centro de la Tierra, y alcanza la superficie del Planeta en una anticipación de la resurrección pascual. Como es el signo del dolor y la renunciación, Piscis tipifica también la Crucifixión. Así como el Cristo Cósmico experimenta el dolor de la renunciación y de la crucifixión al penetrar en la Tierra, en la época del equinoccio de otoño, del mismo modo experimenta el espíritu de la Tierra cierto vacío cuando el espíritu de Cristo abandona el cuerpo planetario en la época del equinoccio de primavera.
Cuando la fuerza de Cristo se eleva y penetra la envoltura de deseos de la Tierra, las tentaciones se hacen más sutiles y las pruebas, más severas. La admonición dada por el Maestro al discípulo en todas las edades es: Si alguien quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que tome su cruz y me siga". Es en este momento en el que el discípulo ha de aprender a seguirlo, a lo largo del recto y estrecho sendero que conduce al Gólgota. Max Heindel comparaba este sendero con un campanario, que se hace cada vez más estrecho y más empinado, hasta que no queda nada donde agarrarse, sino la cruz final, y que constituye un ejemplo muy apropiado. Así es que, por arriba, la mayor parte de las iglesias aparecen como un símbolo vívido del sendero del discipulado. Las verdades conducentes a ese sendero las tiene ahora perdidas la iglesia, y las ha de reencontrar, para ser capaz otra vez, de ejercer el poder y la influencia que tuvo durante los primeros siglos de su existencia.
La cruz de la renunciación ha de ser aceptada por todo verdadero discípulo que desee hollar el Sendero de la Santidad. Su cuerpo-alma no puede ser construido hasta que adquiera el dominio de sí mismo y renuncie, de buen grado, a los, así llamados,  placeres del mundo sensible. Los poderes anímicos que se adquieren mediante tal autoconquista, capacitan al así iluminado para cambiar la cruz por una corona.
Como ya se dijo, la constelación de Piscis será la morada de la raza humana, cuando todos sus individuos hayan alcanzado la perfección. Los que aprenden a hollar el Sendero de la Santidad y seguir a Cristo hasta este último y elevado objetivo, han concluido sus ciclos terrestres de encarnaciones. Sus deudas kármicas han quedado saldadas y todos los lazos terrenales, cortados. A tales seres se les conoce como "los Compasivos", los "Hermanos Mayores", que ya no necesitan lecciones terrenales. Son libres de pasar a una existencia gloriosa en la constelación de Piscis. Sin embargo, estos grandes seres pueden volver, a voluntad, en obediencia al precepto espiritual de que el que más ama es el que sirve mejor. Frecuentemente renuncian a los privilegios y oportunidades de aquel plano, con objeto de servir a los miembros menos adelantados de la raza humana. Humildad, obediencia y servicio son las notas-clave de sus vidas.
Una renunciación de este tipo es la que representa la vida de María de Belén que, habiendo aprendido todas las lecciones terrenas y, habiendo sido igualada a los ángeles para reinar con ellos, retornó a este planeta para enseñar a la Humanidad uno de los supremos Misterios del cielo: El de la Inmaculada Concepción. Sabiendo que sería mal comprendida, ridiculizada, perseguida, persistió en su deseo de proporcionar a la Humanidad un ideal que, dos mil años después, apenas unos pocos comprenden y que es totalmente desconocido para las masas. Trabajando de acuerdo con la ley del servicio, descendió a la mortalidad diciendo: "Hágase según Tu palabra". Tal estado de realización espiritual, construido mediante el sacrificio, la humildad de espíritu y una perfecta armonización con la ley de obediencia, es el que espera al hombre perfecto.
El aspirante que reflexione seriamente en la meditación para los doce signos, correlacionará la meditación pisceana con las experiencias de los Doce Inmortales,
durante la temporada que precede inmediatamente a la "crucifixión" anual de Cristo.
Luego, cuando su dolor y su tristeza se consumen en la gloria del amanecer de Pascua, el discípulo que alcanza a dominar su yo personal y que holla el Sendero de la Santidad, a través de Piscis, hasta el fin, se dará cuenta de que ha trocado su cruz en la gloria dorada de un "vestido de bodas" en el que funcionar, libre y triunfante, con el Cristo saliente.

Enseñanza bíblica para Piscis
Renunciación

La Cuaresma, estación en la que el discípulo acomete disciplinas restrictivas en beneficio de su vida superior, llega bajo el signo de Piscis. El objetivo supremo al que al hombre le es dado aspirar se logra sólo por medio de series progresivas de renunciaciones. En la etapa del discipulado hace falta mucho de la naturaleza de los pioneros, tal como indicó Cristo cuando dijo: "El que ama a su padre y a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de Mí".
Los lazos basados sólo en la sangre no pueden dar nunca lugar a una hermandad espiritual, tal y como Cristo vino a establecerla. Recordad cuando preguntó: "¿Quién es mi madre? y ¿quiénes son mis hermanos?", y cuando respondió a la pregunta de los suyos: "Porque, aquél que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre".
Se nos pide, pues, abandonar lo inferior por lo superior, ensanchar el parentesco hasta que incluya a toda la Humanidad. Esto sólo puede obtenerse cuando la personalidad separatista y egocéntrica queda sometida al control del espíritu, el cual reconoce su unidad esencial con todos los espíritus, porque está indisolublemente emparentado, a través de la paternidad de Dios.
La humildad es la verdadera marca de la Iluminación. Cuanto más sabia es una persona, tanto más sencilla y modesta es. Cuanto más aprende, menos sabe que sabe.
Un verdadero astrónomo permanece reverente ante las vastas extensiones de cielos estrellados, sabiendo que existen infinitos mundos más allá de su visión. Un verdadero ocultista se inclina, en reverente sumisión, ante una infinitud de sabiduría que excede su capacidad de comprensión; se siente como un niño jugando en la arena, a la orilla de un mar ilimitado y misterioso.
Un magnífico ejemplo de humildad se puede encontrar en Pedro, el pisceano de los discípulos. Pedro consideraba su máximo honor el seguir a Cristo y servir Su causa. Cuando llegó la hora en que Pedro debió seguirle en la crucifixión, manifestó su propia indignidad para ser colocado en la cruz cabeza arriba, como lo fue Cristo, y pidió ser crucificado cabeza abajo. Y esto un hombre cuyas emanaciones espirituales se decía que eran tan potentes que, cuando su sombra caía sobre los enfermos, éstos sanaban instantáneamente...
Piscis es un signo de agua y el agua está correlacionado con la naturaleza emocional. Cuando uno obtiene el dominio sobre sus emociones, ha obtenido el control del elemento agua. Ésta es la lección que Cristo enseñaba a Pedro cuando le ordenó caminar sobre las aguas. En aquel momento, sin embargo, Pedro aún no había dominado sus emociones. Si Cristo no le hubiera salvado, se hubiera hundido bajo las olas. Más tarde, cuando ya era regente de sus pasiones, Pedro caminó sin miedo para reunirse con Cristo. Esto se conoce en esoterismo como Iniciación por Agua.
Tras esta experiencia, Pedro experimentó el más trascendente arrobamiento de su vida.
Pitágoras acostumbraba llevar a sus discípulos más avanzados a las orillas de un lago y allí, mediante el poder combinado y concentrado de todos, agitar la superficie del lago y, luego, calmarla, hasta que el agua reflejase la hermosura del cielo. Les aconsejaba acallar sus mentes hasta que ni el menor pensamiento las alterase. Cuando esto lo consigue un aspirante, se revela toda la gloria de su verdadero yo.

EL MISTERIO DE LOS CRISTOS

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