jueves, 30 de septiembre de 2010

LAS GUERRAS EN LOS CIELOS - PARTE I


PARTE I
LAS GUERRAS EN LOS CIELOS


Según la Cosmogénesis de Hesíodo, antes de la creación de la Tierra, la materia estaba en un estado personificado por la deidad Caos. La hija de Caos fue Nix, la Noche, la oscuridad habitante del espacio primordial, el "espacio viviente" de los esotéricos. Ella era la madre de toda divinidad cuyo origen estuviera velado en la oscuridad de indefinición. Fue también, según la creencia popular, madre de la Luz y del Día, que destronaron a sus padres y reinaron en su lugar. Su vástago fue Eros o Cupido, que les ayudó en la creación de Gea ( la Tierra). Fue el poder de Eros, el Amor, el que atravesó el corazón de Gea con la flecha de la vida. Antes de ello, la superficie de la Tierra era estéril como un desierto pero, tras la infusión de Amor, la Tierra despertó de su trance semejante a la muerte y la vida vegetal y animal floreció.

Las Enseñanzas Órficas sobre la Creación recuerdan curiosamente las modernas teorías científicas, que la Interpretación de la Biblia de la Nueva Era de modo tan fascinante correlaciona con el Génesis. La teoría atribuida a Orfeo dice que al principio era el Tiempo que, sin embargo, no tenía principio. Nosotros lo llamaríamos el Eterno. De él surgió Caos, el abismo sin fondo que comprendía en su seno a la Noche, la Niebla y el Aire Ígneo o Éter (que es el éter de los ocultistas). Después el padre Tiempo hizo girar a la Niebla alrededor del Aire Ígneo hasta que éste asumió la forma del Huevo del Mundo, que se dividió en dos mitades a causa de su velocidad de rotación. La mitad superior de ese Huevo del Mundo se convirtió en el Cielo y la mitad inferior en la Tierra, y del centro (los planos internos) surgió Eros (el Amor) y otros seres llenos de luz.

Los cielos se personificaron en Urano y la Tierra en Gaia que, casada, dio a luz a los Titanes, los Hekatonkires (de cien cabezas) y a los Cíclopes, de un sólo ojo.. Hesíodo menciona no menos de trece Titanes, que representan las misteriosas y titánicas fuerzas creadoras que despiertan al ser al amanecer de un Gran Día de Manifestación. Hay una característica serpentina en esos Titanes: Océano, que rodea el mundo creado, con sus aguas primordiales, se representa por una serpiente que se muerde la cola; Cronos o Saturno, otro de esos titanes, acudió en ayuda de la Madre Tierra cuando Urano intentó destruir a los Hekatonkires y a los Cíclopes, en contra de sus deseos. Él, el fuerte, acudió con su hoz y tendió una emboscada a Urano. Y de la sangre de Urano herido, nacieron las Furias, que tenían serpientes por cabellos, los Gigantes, con piernas de serpiente, y las Ninfas Mélicas, las "abominables doncellas de lanzas de fresno".

En lo expuesto encontramos una afirmación de la misma verdad con que la Biblia comienza: "Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informa. Sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: "Que exista la luz". Y la luz existió. Y vio Dios que la luz era buena. Y separó Dios la luz de la tiniebla. Llamó Dios a la luz "día" y a la tiniebla, "noche". Pasó una tarde, pasó una mañana: El día primero".

Saturno o Cronos (el Tiempo) ha de ser asociado siempre con la limitación de la forma. El ocultismo denomina al primer día de la Creación el Período de Saturno. Cronos es, desde el principio, el "anciano de los días", de innumerables años. Su rostro está velado. Empuña en su mano la hoz de la Ley Cósmica que, si bien fue el instrumento mediante el cual Urano fue derrotado, también anuncia doradas cosechas y promete su recolección. Durante incontables eones de tiempo Urano y Rea gobernaron el universo y tuvieron tres hijas:

Vesta, Ceres y Juno; y tres hijos: Plutón, Neptuno y Júpiter. Se dice que Saturno se tragaba a sus hijos apenas nacían, sabedor de que uno de ellos le había de destronar. Cuando nació el sexto hijo, Júpiter, Rea lo sustituyó por una piedra envuelta en pañales y así, escapando a la destrucción, fue alimentado con néctar, ambrosía y miel, alimentos que confieren la inmortalidad.

Hay mucha información oculta en todo esto: Júpiter representa la vida y la evolución espiritual del hombre del Período de Júpiter que, en ocultismo, es el sexto día, contando como sigue: 1. Saturno; 2. Sol; 3. Luna; 4. mitad marciana del Período Terrestre; 5. mitad mercuriana del Período Terrestre; 6. Júpiter. Estamos ahora en la mitad mercuriana del Período Terrestre o quinto Día de la Creación, y en la Época Aria, que es la quinta. La siguiente época, la Sexta, será un avance del Período de Júpiter. El Sexto Día se iniciará en las regiones etéricas con una Tierra transmutada e inmortal y con una humanidad inmortal sobre ella. La Sexta Época traerá con ella la Segunda Venida de Cristo en la civilización etérica de ese tiempo lejano. Cronos (el Tiempo, el Karma) no tendrá poder sobre ese "sexto hijo". El néctar, la ambrosía y la miel representan el poder de la vida eterna adquirido mediante la iniciación, que será alcanzada por todos en el Período de Júpiter. Tanto mitológica como astrológicamente Júpiter derrota a Saturno, la Vida triunfa sobre al Tiempo.

El monte Olimpo es el símbolo de la conciencia jupiteriana. Sobre ese sagrado monte, Júpiter habita, rodeado de otros dioses y diosas. Viven en casas de oro con pareces de marfil. Desde sus moradas celestiales, guían el destino del hombre, a veces disfrazándose como seres terrestres y mezclándose con los hombres. Los más prominentes entre los dioses fueron: Júpiter (Zeus), Neptuno (Poseidón), Plutón (Hades) y Apolo, que representan, respectivamente, los elementos Aire, Agua, Tierra y Fuego, de los cuales fueron formadas todas las cosas.

Neptuno gobernaba el mar. Alrededor de su palacio se ondulaban prados de algas y árboles de coral, y las suaves olas verdes eran las brisas que refrescaban la cima. Su cetro era un tridente, con el cual despertaba y acallaba las tempestades.

El reino de Plutón era el País de las Sombras, un paisaje sombrío en un nivel subterráneo.

Entre los prados de este triste país discurrían el Río de las Visiones y el Río del Olvido. Éste era, durante un tiempo, el lugar de residencia de todos los espíritus encerrados en la mortalidad. Homero describe a Plutón como:

"el dios tenebroso que nunca perdona,
que no siente compasión y no responde a las plegarias"

Júpiter, el rey del Olimpo, representaba el poder del Aire. Pero no del aire terrestre ordinario, sino del Éter, el aire ígneo o luminiscente por su propia virtud celestial. Él vigilaba todo el universo. Su mano empuñaba el rayo y guiaba las estrellas. Él era quien regulaba el curso entero de la naturaleza. Él fue el último legislados olímpico, el más conocido de todos los dioses, y muchas de sus actividades y aventuras amorosas fueron inmortalizadas en las constelaciones.

Apolo representa el Fuego y el Sol Espiritual, como Cristo para los esotéricos de hoy día. El palacio del sol Apolo, construido en el este, en un país más allá del Amanecer, estaba cubierto por una gruesa capa de oro en el que había grandes y maravillosas joyas engastadas. Su carroza estaba también hecha de oro y brillaba con tal fulgor que cegaba a todos los seres excepto a los dioses. Cada mañana, Apolo colocaba el sol en su carroza y se dirigía a las puertas del este de sus dominios, donde la Aurora (Eos), diosa del Amanecer, quitaba las barreras para su dios Sol. Éste entonces encerraba sus estrellas, acumulaba sus Horas en torno suyo y con la celeste melodía de sus cánticos, conducía todo el día sobre la brillante luz del sol. Otros relatos llaman al sol mismo "el Carro de Apolo", que aparece redondo a los ojos mortales porque está completamente rodeado por un aura de ígnea luz.

Los eruditos han afirmado que estos mitos eran las explicaciones griegas de los muchos fenómenos de la naturaleza y que de esa agradablemente poética manera exponían los orígenes del mundo, del hombre y de todas las manifestaciones de la naturaleza que observaban en su entorno. Pero, bajo esa fascinante imaginería, se esconden las mismas verdades que encontramos en nuestra Biblia cristiana. Se ha dicho, sabiamente, que deben ser comprendidas. Lo que el alma es para el cuerpo es la verdad esotérica parta el mito, que la transporta a la conciencia mortal.

Fue durante el reinado de Júpiter cuando la Tierra trajo al mundo a Tifón, la serpiente de cien cabezas, que se sublevó contra Júpiter y disputó al Todopoderoso el poder en los cielos. De los ojos de Tifón, emanaba fuego, de su boca salía el siseo de innumerables serpientes, bramidos de toros, rugidos de león y ladridos de perros, gritos fantásticos y patéticas voces; algunas veces, más extraño aún, sonidos como las voces de los mismos dioses. Júpiter lo desterró al Tártaro con su poderoso rayo. Hemos mencionado antes aquellos gigantes que nacieron del caído Urano y a los que, como a los hombres, se les conoce como "nacidos de la Tierra".. También ellos fueron desterrados al Tártaro.

* * *

del libro LA MITOLOGÍA Y LA BIBLIA por Corinne Heline

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