miércoles, 29 de septiembre de 2010

Navidad e Iniciación - en you tube -

Navidad e Iniciación
"Vengo para que puedan tener Vida,
y la tengan en abundancia".
Juan 10:10

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Cristo ha trabajado siempre con la humanidad. Por eones dicho trabajo fue realizado desde afuera, pero desde Su Encarnación, por vez primera en forma mortal y luego como Regente de la Tierra, el trabajo ha sido realizado desde dentro.
Antes de Su Encarnación, la atmósfera psíquica de la Tierra había llegado a ser tan oscura a causa de la maldad humana, que el Cristo no podía contactarse directamente, excepto por unos pocos avanzados. La multitud era tocada por Su influencia sólo indirectamente cuando le llegaba a través de la Luna, por intermedio de Jehová, el Regente Lunar y sus ayudantes angélicos, que lo enfocaban sobre la humanidad en forma de diferentes religiones que antecedieron y sucedieron al Cristo. Todas estas religiones eran raciales, eran separatistas, y por ello, estaban destinadas a unirse en el universalismo de aquel por el cual toda rodilla se dobla y toda lengua confiesa que Es el Señor del Mundo.
Después de la Encarnación del Cristo las condiciones cambiaron. El aura del planeta fue limpiada y se aceleraron sus fuerzas de vida. Las barreras que por largo tiempo habían impedido el acceso directo al Cristo Cósmico fueron retiradas de modo que cualquiera pudiera alcanzarlo. La Iniciación fue abierta para todos, la necesaria ayuda había venido.
Los dioses habían intervenido, el Cristo efectuado el Sacrificio, por intermedio de Su amorosa presencia llegaron esperanza y fuerzas renovadas, y el hombre, una vez más, puede asirse al por mucho tiempo perdido estado de Hijo de Nuestro Padre en los Cielos. Ese préstamo estupendo de poder - espíritu fue entregado a la Tierra, y no sólo para el hombre, sino para todos sus Reinos de Vida – minerales, plantas y animales– tanto como al hombre.
Esta es la Misión de Cristo. Su Amoroso Sacrificio nunca termina y no cesará hasta que un suficiente número de la humanidad haya obtenido el poder para llevara conclusión el trabajo iniciado por Aquel. Entonces, y sólo entonces, El podrá obtener la Liberación de Su prisión terrestre y retornar a Su Padre y Su Trono en el Sol.
El Sacrificio será repetido cada año hasta la final liberación de Cristo. Seis meses de cada doce El permanece en el interior de nuestra esfera planetaria; durante los otros seis, El permanece ligado magnéticamente con la Tierra, El la influencia desde afuera como hace el ego humano cuando sale de su cuerpo mientras duerme, pero permaneciendo atado a su cuerpo por el "cordón plateado".
Desde el Equinoccio Vernal al Otoñal, el Cristo funciona afuera de Su temporal vehículo terrenal; desde el Otoño a la Primavera Su labor es en el interior de éste y el impulso espiritual alcanza su máxima manifestación en la Noche Santa, cuando el Cristo ha "renacido" en el centro de la Tierra, desde donde El irradia Su amor con tan dinámica potencia para encontrar respuesta en cada corazón humano en todo clima y en cada credo.
Por El, el mundo crece en Bondad, el altruismo deviene su lema y la jovialidad es su contraseña.
Es en este momento Santo cuando las condiciones son más propicias para la Iniciación y el Discípulo que es bienvenido dentro del Santuario del Templo encuentra la estrella de Cristo brillando en el seno de la Tierra y a través de la masa del globo terrestre, que se ha vuelto transparente a su visión, ve el Sol de Medianoche, del cual la estrella de Cristo ha descendido.
La Iniciación de la Tierra, por la que el hombre obtiene la victoria última del espíritu sobre la materia, constituye parte del Ceremonial Místico de la estación del Solsticio de Invierno. Para el 3 x 3 veces Iniciado, o Iniciado de Noveno Grado, la Navidad significa la victoria sobre el "último enemigo", la muerte y el nuevo nacimiento al estado del Adeptado.
De esto diremos más en otro sitio.
Aquellos que alcanzan dicha condición son elegibles, con otros de igual iluminación, para tomar parte en el trabajo de espiritualización de los átomos de la Tierra.
Esta espiritualización es realizada principalmente mediante el sonido. El propio Cristo es el mayor Entonador dando la nota - clave del Gran Trabajo. Este Sonido Cósmico es realmente la Palabra de la cual San Juan habló, por la Cual todas las cosas fueron hechas y se continúan haciendo. Este es el Tono Primigenio emitido por el Gran Espíritu del Sol, que construyó todos los mundos de nuestro Sistema Solar y los sustentará todo el tiempo que sea necesario para el Plan. Es la nota - clave de nuestro patrón planetario de Evolución y, consecuentemente, estamos sintonizados con el Cristo de la más íntima manera.
Esta es la nota de la canción planetaria con que canta la Tierra a través de las cuatro Sagradas Estaciones. La canción del Equinoccio de Primavera y el Solsticio de Verano resuena en la expiración del Espíritu de la Tierra, mientras que su inspiración se percibe en el Equinoccio de Otoño y en el Solsticio Invernal. Es en la inspiración y aspiración del Logos Planetario cuando el Rayo de Cristo desciende a la Tierra, mientras que durante la expiración o exhalación asciende nuevamente hasta el Sol.
El Discípulo que, como Parsifal, observa desde la Puerta del Templo, debe aprender a enfocar su atención de modo que sea enfocada únicamente en la Idea de la Vida Cósmica y ya no haya lugar para una reacción negativa, luego los átomos de su cuerpo responden a las vibraciones dadoras de la inmortalidad del Canto del Cristo según es emanado desde el centro del corazón de la Tierra y desde el Sol. Según dicha concentración deviene más controlada el escucha resonar dentro de sí las palabras que son cantadas: "Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida".
Este cantar supremo es elevado a las esferas estelares por la innumerable hueste angélica cuando sus coros triunfales son aumentados por aquellos que de la propia Oleada de Vida han obtenido dicho exaltado estado de consciencia.
El último enemigo en ser derrotado es la muerte. Esta ha sido siempre una enseñanza del Templo y aún continúa siendo el máximo logro de la Iniciación.
En el Ceremonial Navideño, el Maestro que es nuestro Patrón de Vida, se cierne cercano sobre nosotros, ayudándonos a subir hasta Su Iluminado Sendero, mientras la Tierra resuena con el eco de Su Todopoderosa Voz: "Anímense, Yo he vencido al mundo".

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del libro "Portales Estelares"


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